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El diccionario de la RAE ha incorporado este año más de 4.000 novedades, la mayoría palabras de uso coloquial que no estaban catalogadas, como por ejemplo espóiler. Hubiera podido incorporar otra:«cesgarden» con la siguiente descripción:«Dícese de la empresa que crea por sistema expectativas de negocio para después demandar a la administración por obstaculizarlas con la esperanza de conseguir suculentas indemnizaciones por sentencia judicial». En política también se utiliza un sistema similar: lo que no consigues en el Congreso llévalo al Supremo. Pero en el mundo de los negocios es una nueva actividad, con grandes expectativas.

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A los políticos del Consell no hay una palabra que les asuste tanto como «cesgarden», que planea de forma constante como un fantasma en la sala de plenos. Ya sabemos que el error de la operación «esponjamiento» de Son Bou ha salido carísimo. 30 millones se embolsó Cesgarden por el lucro cesante de un hotel que el Consell no dejó construir y que trasladó a una zona interior, un Área de Reconversión Territorial (ART), que tampoco se ha desarrollado, mientras el Ayuntamiento tiene suspendido su Plan General desde hace diez años. Este panaroma incita a salivar a los empresarios del nuevo negocio y a sus abogados. Es verdad que Cesgarden ya ha intentado conseguir ampliar la indemnización de 30 «kilos» en dos ocasiones, con sendas reclamaciones de 11 millones, y de momento no lo ha conseguido. Veremos cómo termina.

Por otro lado, hay otros empresarios hoteleros que quieren generar y ganar dinero con el negocio turístico. Ypor eso construyeron un parque acuático con todos los permisos, junto a la zona urbana y a su hotel de Biniancolla. Una sentencia judicial consideró que no podía construirse allí. La empresa no busca la indemnización. Yel problema tiene solución técnica. Pero a lo mejor acaba en un «cesgarden». Al final, saldremos en el diccionario de la RAE.