Un buen amigo, cinéfilo empedernido, te remite unas secuencias filmadas por Charles Chaplin a modo de «buenos días» y pertenecientes a «Tiempos Modernos», de 1936. Rodadas en blanco y negro, mudas y con los típicos cartelitos explicativos, no tienen desperdicio. Tras contemplarlas varias veces, tal vez por deformación profesional, caes en la cuenta de que podría fácilmente hacerse una lectura metafórica, actual y un tanto perversa de esas escenas.
Escena I. Charlot, un pobre diablo, sale de prisión tras días de reclusión. Su novia (una espléndida Paulette Goddard) le aguarda, eufórica. Se abrazan. Ella exclama: «I've got a surprise for you. I've found a home» («Tengo una sorpresa para ti. He encontrado una casa») Si se hiciera un «remake» - anglicismo que te exaspera- del momento de la excarcelación, tal vez podría añadirse, al primero, un segundo cartel: «¡Qué pena que no seas de «Junts x Cat», te habrías ahorrado el marrón!».
Escena II.- Cogiditos del brazo, los enamorados se dirigen hacia su hogar. Charlot «cede la acera» a su chica. Comete, pues, y a la luz de esa lastimosa y patética realidad actual, un «micro-machismo». No sería de extrañar que, en un futuro próximo, la citada escena fuera censurada en aras de un feminismo de diseño que tanto perjudica al real y necesario. Por no decir vital…
Escena III.- Llegan a la vivienda. Una vivienda construida a partir de restos de otras, pero que se sostiene bellamente junto al mar.
Escena IV.- Penetran en la casa, acogedora, humilde, bien decorada, armónica… Ella exclama: «It's Paradise» («Es el Paraíso»). ¡Imagínese, a partir de ahora, que ese hogar es una metáfora de la Constitución! Para muchísimas personas vuestra Carta Magna fue, es y espero que siga siendo, un paraíso. Entre otras cosas porque os ha permitido vivir en paz y sin excesivos sobresaltos a lo largo de más de cuatro décadas. Una Constitución que puede requerir reformas pero que en modo alguno cuenta con la precariedad de la casa de Chaplin. Elaborada igualmente con piezas de variada procedencia (diversas ideologías, muchas de ellas opuestas, consensuada por comunistas, socialistas, conservadores y socialdemócratas) hizo posible una reconciliación que ahora se niega. Y es que resulta muy fácil, demasiado, juzgar «a toro pasado». Paralelamente creó un espíritu (conocido como el del 78) que facilitó pactos y contó con algún que otro estadista, que no mero político. Uno estaba de acuerdo o no con ciertas ideologías o con ciertos presidentes, pero por lo menos vivía bajo la luminosa certeza de que ciertas líneas jamás se traspasarían. Bajo su amparo, muchos dirigentes sí que cambiaron de criterio, pero no mintieron, por lo menos con tanto descaro y exceso… Un ejemplo es paradigmático: cuando el PSOE –y en este artículo no estás hablando de él, sino del «PS»- mudó de opinión con respecto a la permanencia de España en la OTAN-, Felipe González tuvo la valentía y la dignidad de convocar un referéndum en un alarde democrático que actualmente se echa en falta. Aquella no era cuestión baladí y, como tal, se consultó a la ciudadanía. Tampoco la amnistía es algo inane. Pero sí injusto. Y si no que se lo pregunten a la madre o al padre de un preso con culpa menor que no verá la luz de la calle por el mero hecho de ser políticamente irrelevante. Una amnistía sobre la que no habrá consulta alguna. He ahí la diferencia, el abismo existente entre según que presidentes…
La escena continúa. Desde el interior, paso a paso, Charlot va destruyendo la vivienda, deshaciéndola, paulatina y sibilinamente… Creo que, llegados a este punto, los carteles del cine mudo son prescindibles. Y los comentarios, baldíos. Como no sea para recordar el título (que tú alteras) de otra película: «El enemigo en casa»…
Dos elementos diferencian, sin embargo, las secuencias de Chaplin con lo que vivís hoy: A.- Lo que en la cinta tiene gracia, en la realidad no y... B.- El vagabundo destroza ese hogar por impericia, pero no para satisfacer un ego que parece, desgraciadamente, insaciable… The end.