Instantánea de una de las primeras etapas frente a la Torre de Alcalfar. | J.A.

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Cinco etapas en las que se define un ganador de la clasificación general y en la cual todos los regatistas combaten la contaminación en el mar. Ese es el objetivo que da sentido a la novena edición de la Volta a Menorca en Patí de Vela.

El también conocido como Trofeu Lluís Gay es una competición en la que se recorren unas 85 millas náuticas por el litoral de la Isla, a la vez que se aprovecha para recoger aquellos plásticos que inundan nuestros mares. Y es que se calcula que en el Mediterráneo existe una cantidad de plásticos que equivaldrían a unos 7.500 campos de fútbol.

Es por ello que la concienciación adquiere un papel más que relevante para alertar sobre esta «emergencia climática».

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Iniciativa personal

Impulsada por la entidad sin ánimo de lucro Club Patí Vela Barcelona y el Museo Marítimo de Barcelona, el actual presidente de la Unión de Federaciones Deportivas de Cataluña, Gerard Esteva, dio a luz hace 19 años a esta iniciativa que celebra una nueva edición cada dos años.

Gerard Esteva y Olivia Mandle, juntos en la embarcación.

«Mis padres trabajaron de médicos en Menorca cuando eran jóvenes y siempre hemos pasado grandes temporadas en la Isla. Se podría decir que somos partidarios de lo menorquín», explica el mismo Esteva sobre los orígenes de la regata y su vinculación con la Isla.

El fundador de la carrera afirma que este año se han encontrado un mar «altamente contaminado». «Bolsas de plástico, compresas, trozos de botellas, garrafas, zapatillas... Hemos ido recogiendo una cantidad brutal de basura», relata. En este sentido, asegura que este año se han quedado sorprendidos con el estado del medio marino. «Tal vez sea porque estamos más concienciados y, por ende, estamos más expectantes, pero ha sido espectacular. Cada día de etapa, cada uno de los diez regatistas recogía entre 15 y 20 kilos de basura», subraya Esteva.

La parte sostenible de la regata es tan llamativa que Netflix está grabando un documental sobre esta novena edición que se ha llevado a cabo junto a la participación de Olivia Mandle, una joven activista medioambiental catalana de 17 años.