Alparico logra iniciar la construcción de su bodega tras 7 años de espera por la licencia

Fue en diciembre de 2017, apenas nueve meses después de adquirir la finca, cuando la nueva propiedad de Alparico inició los trámites para construir una bodega. Un trámite que ha tardado hasta siete años para lograr el vistobueno, lo que ha aplazado la producción de vino, dentro de un gran proyecto para el reflote de la finca, con una «gran inversión».

Casi 46.000 vides

Alparico cuenta con una superficie total de viñedos de 13,85 hectáreas, que se traducen en alrededor de 45.800 vides de distintas variedades: 3,24 hectáreas con 10.800 plantas de uva Garnacha; 2,78 hectáreas y 9.300 cepas de Cabernet-Sauvignon; una extensión de 2,5 hectáreas con 8.300 parras de Chardonnay; otras 7.500 plantas de Syrah sobre 2,26 hectáreas de terreno; y alrededor de 10.000 vides más, entre Macabeo, Malvasía y Monastrell.

La tardanza para obtener la licencia ha obligado a buscar alianzas con otros productores, en este caso, Viñas Binitord. A partir de abril comercializarán unas 2.000 botellas de vino 100 por cien Chardonnay, fruto de la cosecha del pasado verano. Luego, para la presente campaña prevén producir dos vinos, una partida de unas 3.000 botellas de caldo blanco 100 por cien Chardonnay, y otros 3.000 envases de vino tinto joven y fresco de Garnacha y Syrah.

Una vez construida la bodega, Alparico podrá elaborar sus propios vinos. Teniendo en cuenta que las obras se prolongarán durante alrededor de un año y medio, confían embotellar la primera añada en la nueva bodega en la campaña de verano del año próximo. Así, para 2026 estiman generar entre 25.000 y 30.000 botellas, producción que deberá aumentar hasta los 60.000 litros anuales en temporadas futuras.

Proyecto

Apenas unos días después de obtener la licencia, Alparico SL inició las excavaciones para levantar la bodega, una infraestructura que, según el gerente de la sociedad, Bernat Orfila, «quedará totalmente integrada en el entorno».

Se trata de un complejo diseñado por el despacho de arquitectos Studio KO, de París, que juega con las formas propias de las navetas prehistóricas, con un frontal plano y cóncavo en el lado opuesto. Será una edificación con 1.826 metros cuadrados, de los que 795 corresponden a la planta baja (con 405 metros cuadrados útiles) y otros 1.031 metros cuadrados se ubican en el sótano (888 metros cuadrados útiles).

El edificio alcanzará 5 metros en su punto exterior más alto. Una altura que, como expone Orfila, es necesaria, pues «el vino se elaborará por el procedimiento de ‘gravedad’, que requiere de espacios de altura considerable para el vertido del mosto en los depósitos».

Explica el gerente de la explotación, que se opta por «un método de elaboración diferente al resto de las bodegas industriales», ya que «la uva fluye a lo largo de todo el proceso por su propio peso sin necesidad de ser forzada y empujada mediante bombas».

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Para ello, «se ha optado por obtener las alturas necesarias a través de un sótano a 4 metros de profundidad». Por otro lado, la ubicación para la bodega se ha elegido con el «máximo respeto al entorno», con una relación «óptima» con las zonas de plantaciones próximas.

Para lograr la máxima integración en el entorno, los arquitectos han elegido materiales propios de la Isla como el marés, característicos de las construcciones en suelo rústico.

La fachada se ha previsto mediante un aplacado con piedra de marés, acabado con pintura a la cal, para lograr un efecto de «monolítico intemporal que dialoga perfectamente con los elementos arquitectónicos del entorno». Asimismo, las cubiertas siguen la tradición de «muchos edificios etnológicos como los ponts de bestiar o las barraques, tan comunes en el campo menorquín», indica Orfila.

Otras construcciones

A la espera de la licencia municipal, en el lloc de Ciutadella no detuvieron su plan y fueron avanzando con otros trámites. Así, en junio de 2018 obtuvieron autorización para la reforma integral de la casa principal de la finca, la cual la anterior propiedad había desvirtuado con una actuación previa. Revertidos los cambios, en octubre de 2018 se solicitó al Ayuntamiento la declaración de interés    general para la bodega, y en agosto del año siguiente se obtuvo licencia de obras para reformar el bouer y dotarlo de un uso agrícola.

Un mes después, se solicitó otra licencia para la construcción de una nave agrícola con aljibe soterrado, para dar servicio a la viña, que no se obtendría hasta julio de 2023. En octubre de 2019 se logró el permiso municipal para reformar un anexo. Otras actuaciones realizadas han sido la recuperación completa de un pou de torn. Otra de las mejoras acometidas es la reconstrucción de la paret seca que delimita la finca con el camino de Cala en Turqueta. Se retranqueó el muro alrededor de un metro hacia dentro de la propiedad, para ensanchar el vial, por el que con dificultad pasaban vehículos. Ahora, los propietarios piden al Consell que iguale el firme con asfalto.

El 11 de enero de 2023, Alparico obtuvo la declaración de interés general para la bodega.