Los tres abogados actualmente personados en la causa, este jueves | Josep Bagur Gomila

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El edificio de Es Roseret no fue el único de la instrucción judicial del caso Nerer que se pagó con dinero negro. También el chalé de Cala en Blanes en el que el exconcejal Avel·lí Casasnovas tiene fijada su residencia se adquirió en parte en B. Lo confesó este jueves en el Juzgado de Ciutadella la antigua dueña de la vivienda, que luego Casasnovas reformó de forma notable.

Según relató al juez instructor, la inmobiliaria le dijo que tenía alguien interesado, sin revelarle la identidad, y que iba a pagarle más de los 300.000 euros que ella reclamaba. Al final cobró 360.000 (entre 60.000 y 120.000 en negro, según las fuentes), y en la notaría solo compareció la entonces novia de Casasnovas, quien figuró hasta su ruptura como la única propietaria de la casa. Es la misma versión que la antigua compañera sentimental del exconcejal ha dado al fiscal Pedro Horrach y la Guardia Civil, a la espera de ratificarla -vía exhorto- en el Juzgado de Maó.

Uno de los obreros que trabajó en la posterior reforma del chalé presentó ayer facturas de hasta 45.000 euros solo en carpintería, aunque una pequeña parte correspondía a las actuaciones llevadas a cabo en la vivienda de la hermana de Avel·lí Casasnovas en la calle Carnisseria, Joana, a la que precisamente el juez acaba de imputar en la causa.

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Las obras del chalé se facturaron a Construcciones Pizarro, que pudo haber acometido la reforma de manera gratuita y sin cobrarle al exconcejal, aunque posteriormente ha variado su versión. Este hecho, unido a la circunstancia de que Pizarro fuera también el constructor de los pisos de 'la joya de la corona', en el solar permutado por el Ayuntamiento en contra del interés público, han llevado al juez a pedir a la Guardia Civil que investigue si el empresario puede haber recibido presiones que justifiquen el cambio en su declaración.


Interrogatorio

El juez se mostró incisivo en los interrogatorios, para intentar demostrar que se gastó en exceso en la reforma del chalé y que, como se desprende de la declaración de algunos testigos, Casasnovas pudo pagar en negro, a través de su supuesto testaferro (Ildefonso Vinent), 450.000 de los 900.000 euros que costó Es Roseret. Y todo ello para blanquear presuntamente el dinero obtenido de forma fraudulenta en las permutas.

En este sentido, resulta esencial el testimonio de una funcionaria del área de Cultura, que trabajaba a la vez para una inmobiliaria, a quien Avel·lí Casasnovas mostró interés en adquirir Es Roseret. Según dijo meses atrás al fiscal, concertó una visita al edificio en la que compareció el exconcejal junto a Vinent, como asesor. No obstante, fue éste finalmente quien constó como comprador. Este jueves la funcionaria matizó su versión al juez.