Se define como «un pequeño médico indígena de una pequeña isla en el centro del Mediterráneo», pero ha conseguido convencer a la Flor y Nata de la Medicina Dolor para reunirse en la Menorca World Summit of Pain Medicine Society Leadership que se celebrará el próximo mes de mayo y compartir el abordaje mundial de un mal silencioso que lastra la vida de millones de personas: el dolor crónico.
Todos padecemos el dolor en algún momento de nuestras vidas, pero usted habla de un mal invisible, ¿Por qué?
— Porque ni se ve ni se puede medir. Eso es así, aunque el dolor no solo vive con nosotros, sino que se presenta de forma persistente en algunos casos. Según la Organización Mundial de la Salud el dolor crónico afecta al 20 % de la población mundial. Es más, está presente desde que el hombre es hombre y afecta a todas las especialidades médicas. No solo afecta a los pacientes, también a su entorno.
¿Cómo podemos abordarlo?
—En los años 60 un anestesiólogo de Washington pensó por primera vez que si era capaz de controlar el dolor durante las operaciones, también podía exportar la tecnología fuera del quirófano. Ese es el origen de las primeras Unidades de Bloqueos Nerviosos, que luego evolucionaron hacia las clínicas del dolor, hoy extendidas en todo el mundo occidental. Responden a una gran necesidad y demanda social. Antiguamente se decía que la cirugía era el fracaso de la medicina, porque el último recurso, cuando no servía nada más, era operar. Las úlceras gástricas son un buen ejemplo. Cuando salió el Omeprazol la mayoría se curaron. Hoy en día el fracaso de la medicina son las unidades del dolor a donde van a parar los pacientes con los que ya no se puede hacer nada más. Es un saco sin fondo al que entran muchos pacientes y del que apenas salen debido a la larga esperanza de vida.
Eso explica las largas listas de espera. ¿Faltan recursos?
—Lo cierto es que el dolor es un problema de salud global que afecta a todos los sistemas sanitarios y que consume grandes recursos. No hay nada peor que tener a un paciente descontrolado con dolor crónico. Cuando va a urgencias encuentra un médico que no le conoce le hacen todo tipo de pruebas hasta que lo visita el especialista que acaba diciendo que no se puede hacer nada. Este paciente, si tiene un buen seguimiento en la unidad del dolor, que le conoce y sabe cómo tratarlo, ahorra mucho dinero. Por eso las unidades del dolor triunfan en todos los hospitales, públicos y privados. Hay muchos pacientes que buscan a alguien que les opere, porque creen equivocadamente que les quitará su dolor.
Es una buena solución desde el punto de vista médico, social y económico y sin embargo la lista de espera para la primera consulta puede tardar diez años ¿por qué?
—Porque la necesidad es tan acuciante que tienen que priorizar. No es verdad que tarden diez años. Como todo, el tiempo es relativo. Las urgencias e ingresados siempre van primero. Si la consulta la solicita un médico general a veces tarda en ejecutarse, porque estamos colapsados, pero cada vez se están aportando recursos nuevos. En Menorca, por ejemplo, nos están construyendo una unidad del dolor nueva. Los servicios de salud son conscientes de la importancia que tienen esas unidades. El problema muchas veces es que no hay especialistas, anestesistas especializados en dolor. El embudo más grande es la falta de recursos humanos. Esto es algo que ocurre en todos los territorios, pero en los territorios periféricos lógicamente tenemos más problemas, ni que contar si hay doble insularidad.
Usted decidió quedarse en Menorca
—Sí. Yo soy menorquín y quise volver a mi tierra. Monté la asociación Sine Dolore para concienciar sobre el dolor, porque pensé que si una cosa no se ve ni se puede medir es difícil luchar por ella. Pero si socialmente la hacemos visible… Con el tiempo las administraciones se han dado cuenta de que un 20 % de la población y todo su entorno no pueden quedar desatendidos. En Menorca incluso hemos abierto una consulta del dolor en un centro de salud de Ciutadella que da cobertura una vez a la semana para que los pacientes no tengan que bajar a Mahón.
¿Hay equipamiento? ¿Las novedades se incorporan a un ritmo suficiente? El hospital de Inca es el único centro público de Baleares con una máquina de microcorrientes NESA...
—La administración es consciente de la necesidad y está poniendo los recursos, pero volvemos a lo de antes, el cuello de botella es que no hay más médicos. El dolor es crónico y no lo curas nunca. Los nuestros son pacientes de larga duración, tengo algunos desde hace 20 años.
¿Qué es el dolor? La OMS le ha dado una vuelta a la definición
—El dolor es algo subjetivo, si yo le pregunto a la gente ¿qué es el dolor? Todo el mundo levanta la mano, pero ¿cómo explicas a otro qué es el dolor? Al final la OMS recurre a una definición genérica que lo abarca todo, porque sabe de esa subjetividad. En él influyen muchos factores. Estamos demostrando por ejemplo que el dolor crónico lleva a la depresión. En contra de lo que muchos dicen de que el paciente no tiene dolor sino depresión, ahora hemos demostrado que el paciente está deprimido porque tiene dolor. He visto evolucionar pacientes con historias que te rompen el corazón, pero hemos conseguido que Menorca sea la DAVOS del dolor, que tenga una cumbre mundial de líderes del tratamiento del dolor. Algo de este nivel no se hace en ninguna otra especialidad. La cumbre de líderes mundiales es un milagro.
¿Qué diferencia su evento de otros congresos del dolor?
—La diferencia es total porque durante unos días Menorca se convierte en un parque temático por la lucha y la calidad de vida. Toda la Isla se vuelca. Hay charlas de divulgación científica en el mundo del dolor en todos los ayuntamientos. La Academia Americana del dolor hace dos años me dio dos premios porque el evento es diferencial. Asiste la Flor y Nata. Lo que se decide aquí se aplicará en todo el mundo si los líderes consideran que es beneficioso, o se dejará de usar en todo el mundo si consideran que no lo es. Sirve para unificar criterios para el tratamiento del dolor y eso es emocionante.
Ha dicho que no hay cura para el dolor crónico…
—Cura no, pero alivio sí. La industria farmacéutica y las universidades hacen una gran apuesta porque saben que tienen un 20 % de la población que depende de sus fármacos e investigaciones. Por eso sacan todo su aparataje, tecnología y cada poco tiempo hay medicamentos nuevos. Basta ver la que se lió con la Oxicodona.
Y con el Fentanilo. ¿Hablamos de la crisis de los opiáceos?
—Sí. Primero ocurrió con la Oxicodona y ahora con el Fentanilo. Son medicamentos que enganchaban a la gente, sobre todo en Estados Unidos.
¿Puede ocurrir también aquí?
—Aquí, como hay un gran sistema de control de los medicamentos que damos en la farmacia, esto no ha ocurrido, aunque a veces hay abusos.
¿Cuál es hoy por hoy el tratamiento mayoritario en sus consultas?
—Los bloqueos nerviosos siguen siendo lo más habitual y efectivo. Las unidades del dolor empezaron siendo clínicas de bloqueos nerviosos y se han ido incorporando la farmacología y otros aparatajes. Hay técnicas intervencionistas para poder ayudar. Aunque hay cosas que salen y luego demuestran que no son efectivas. Eso es importante decirlo porque hay masajistas, hierbas… se ofrece de todo y hay también mucha estafa aprovechándose de la gente que sufre y que, desesperada, puede caer en manos de sinvergüenzas.
¿El dolor siempre lo provoca un daño? Hay voces discordantes sobre eso.
—La respuesta a veces no es tan fácil. Aparentemente siempre hay un daño primero. Tenemos que entender por ejemplo que a veces hay gente que ha tenido un ictus que le ha dejado un daño sin que lo hayan detectado. Cuando los médicos eran de pueblo, trabajaban con las manos, lo que tocaban existía, el resto no. Luego llegó el fonendo y lo que se escuchaba existía, después la radiografía, el tac, la resonancia… Aunque hoy por hoy no descubras la causa de un dolor, no quiere decir que el paciente no tenga nada. A día de hoy la ciencia puede no saber el origen, pero en cinco o seis años a lo mejor lo sabrá. Los pacientes tienen que venir estudiados y diagnosticados, pero hemos de ser conscientes de que a pesar de estudiarlo no siempre se encuentra la causa del dolor crónico, es lo que pasa con la famosa fibromialgia. Es una enfermedad fastidiada porque no hay prueba diagnóstica. Intentamos ayudar a los pacientes que padecen dolor incluso sin pruebas diagnósticas. Aún no sabiendo la causa, siempre hay un alivio.
¿El sistema nervioso central juega malas pasadas?
—Sí. A una persona que no duerme ya le puedes dar morfina que el dolor no va a remitir. A veces hay que regular el sueño para que el sistema nervioso central descanse. Tienes que hacer un traje a medida con los medicamentos que menos perjudican al paciente, porque también hay efectos secundarios, y eso no se hace en un día. Tienes que ir varias veces para que te vayan conociendo. La relación médico-paciente es muy palpable. Hay otra cuestión muy importante y es que todo requiere una fase de reposo. Hay un tiempo biológico que no podemos acelerar, cuando te haces una herida te puedo coser, pero hay un tiempo biológico de reposo en el que el cuerpo se autorepara. Por eso cuando hay un deportista de élite que se lesiona, no le dejan jugar. Si te quito el dolor y te hago jugar te vas a romper más… Intentamos que ese tiempo sea lo más llevadero posible para el paciente. El dolor crónico no se soluciona con una pastilla o un pinchazo, requiere un conjunto de cosas.
¿El futuro de los pacientes con dolor crónico es esperanzador?
—Cada día se producen avances. Se está viendo, por ejemplo que hacer ejercicio es positivo porque libera endorfinas. Sabemos también que la señal nerviosa se neuromodula, que no todo el mundo experimenta el dolor de la misma manera. Hay circunstancias en las que tras vivir una situación de peligro, como un accidente de avión, sales corriendo como un toro y no te ha dolido porque hay una neuromodulación. Sabemos que eso existe y utilizamos medicamentos que neuromodulan a dosis bajas. No son calmantes, son neuromoduladores. Se sabe que si estás descansado y contento eso repercute en tu percepción del dolor de forma positiva.
10 comentarios
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... es cierto... aprovecho para recordar que también hay personas que se aprovechan de otras, en cuanto las ven algo crédulas, intentando convencerlas de cuentos imaginarios, lugares inventados, personajes inexistentes, etc... e incluso llegan a hacerles pagar por ello... aprovecharse de la inocencia de la gente es más viejo que el mundo... hay bulos que llevan incluso dos mil veinticinco años existiendo...
Sinvergüenzas, empezando por los comerciantes de bata blanca de los hospitales y clínicas públicas, que bien miraban a otro lado cuando gobiernos y medios engañaban a la desprevenida población con la psyops del 2020-2022 😎🍿Quin espectacle
Mi experiencia con el tratamiento del dolor fué que me inyectaron un medicamento y me quedé con el nombre y por curiosidad lo hablé con un amigo farmacéutico y al decirme el costo (sobre 25 €) vi que me habían aplicado una factura sobre 200 € . Fue en una clínica también dedicada al alivio del dolor en Valencia. Un poco de aprovechamiento si hay en algunos casos, evidentemente no volví y con el tiempo el dolor se fue diluyendo hasta desaparecer y ya han pasado muchos años, pero lo recuerdo muy bien.
Es de libro, los depredadores se aprovechan de las vulnerabilidades de la gente, dolores físicos, emocionales, económicos… etc Y por desgracia esta sociedad está llena de de depredadores, los cuales salen de rositas cuando se les pilla.
Ya te llamaremos!Hola. Vienen a un congreso internacional,y dado el enclave, si disponen de algún tiempo, probablemente se den un paseo. No vienen de vacaciones.
Gran verdad lo que dice el titular. Los que soportamos dolor, somos o hemos sido pasto de timadores, aprovechados, iluminados y suplantadores, e incluso diría de camellos y narcotraficantes. Soy un paciente con un dolor neuropático desde hace 30 años. El Dr Moya y su equipo, hace 12 años, fue el protagonista de un cambio en mi vida. Antes había probado de todo, desde lo que me decián ciertos médicos, otros que no eran médicos, y otros que daban soluciones mágicas que al final no valían para nada. El dolor lo puedes negar un tiempo pero siempre esta ahí y no te deja dormir. Si no duermes, duele más y puedes entrar en una espiral negativa muy peligrosa. En Sine Dolore y el doctor Moya me medico para poder convivir con el dolor, puers la medicación hace que esté en niveles tolerables. Eso cambio mi vida. Al final aprendes a convivir con este enemigo invisible, pero en un campo de batalla donde tu ganas lo manejas, y te permite hacer una vida normal. Perdón por el rollo, y sobre todo muchas gracias al Doctor Moya, su equipo, y a Sine Dolore.
Cierto. Mucho aprovechado anda suelto
Pues mira por donde ... si el ser sinverguenza fuera tiña !!!
¿Se referirá a la señora Popel?
Vienen de vacaciones y de paso a la conferencia