Alojar un temporero en casa para llegar a fin de mes: la fórmula de cada vez más menorquines

Un empresario de la Isla explica que desde hace dos años busca habitaciones en viviendas de particulares para alojar a sus empleados

El alquiler de habitaciones, un recurso tanto para inquilinos como para propietarios ante la crisis de la vivienda. | Gemma Andreu

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El mercado del alquiler de habitaciones para trabajadores de temporada se ha convertido en una manera de completar la renta para muchos ciudadanos de Menorca y esta necesidad sirve asimismo a empresarios que buscan alojamiento para sus trabajadores. Un nuevo circuito inmobiliario al margen de las agencias, que tienen su cartera de pisos bajo mínimos debido a la alta demanda.

«No podemos coger pisos para todo el año, es demasiado complicado porque solo los necesitamos para la temporada y tendríamos que ocuparnos de esa vivienda el resto del año», explica el dueño de un restaurante en Sant Lluís, «pero sí les buscamos habitaciones a nuestros empleados, y los propietarios tienen nuestra garantía, como empresa, de cobro y formalidad».

Así, algunos empresarios añaden a la tarea de completar sus plantillas de cara a la temporada turística, la búsqueda de esas habitaciones disponibles, si no quieren quedarse sin mano de obra. «Buscamos, como todo el mundo, en foros de internet o en redes sociales, o a través de contactos», explica este restaurador, quien deja claro que busca lugares dignos para sus temporeros «porque cuando vas a ver las viviendas es cierto que algunas parecen trasteros».

Al otro lado de este negocio, legal si todo está declarado, están arrendatarios con ingresos bajos, que comparten su casa para poder pagar la propia vivienda, bien sea el alquiler o el préstamo hipotecario si es de propiedad, o para afrontar otros gastos, la cesta de la compra diaria, cada vez más cara, o los recibos de los consumos básicos como el agua o la electricidad.

«Tenemos trabajadores con habitaciones en casas de jubilados con pensiones muy bajas, o viudas y personas divorciadas, algunas con hijos a cargo », señala este empresario, «que tienen una habitación vacía y quiere sacarle un rendimiento y complementar así su sueldo mensual».

Esas habitaciones cuestan desde 380 o 450 euros mensuales hasta 500 o 600, «depende de las condiciones, si tienen más o menos comodidades», explica, aunque también ha sido testigo de infraviviendas que salen al mercado del alquiler, «hay algunos sitios que dan vergüenza, se aprovechan». Normalmente en las más caras, de 600 euros o más, se alojan parejas.

Este propietario de un conocido restaurante en la costa, que prefiere permanecer en el anonimato, empezó a buscar por su cuenta las habitaciones para sus trabajadores –entre 10 y 15 temporeros que van llegando entre los meses de abril y junio–, hace ya dos años.

«Se me ocurrió porque contrataba a gente para el verano y me decían que no encontraban donde alojarse», comenta.

Aunque también hay profesionales que residen en Menorca, es habitual que en el sector trabaje personal de fuera de la Isla, «hay muchos empleados que vienen de ciudades en las que, precisamente, la actividad de restauración baja mucho enlos meses de julio y agosto».

En su restaurante la empresa se encarga del laborioso proceso de buscar donde vivir mientras se trabaja de temporada en la Isla, y después esta descuenta de la nómina de los trabajadores el importe del alquiler por días, así como los gastos. «Pero se les da todo hecho», porque también es el empresario el que afronta las garantías, que suelen ser dos meses de renta por adelantado, el que corre y la fianza.

«Respondemos por la persona, los propietarios se sacan ese plus económico y algunos encuentran una forma de tener compañía, se dan casos en los que incluso ha surgido una amistad», resalta.

La situación del alojamiento se ha vuelto tan complicada en la Isla que este empresario ha decidido asumir el alquiler de habitaciones y pagarlas desde abril o mayo aunque haya trabajadores que se incorporan más tarde, en junio, «me sale a cuenta».

Después esas habitaciones, explica, salen al mercado inmobiliario para el resto del año, «yo solo las quiero en temporada, no tengo habitaciones del año pasado». En su caso también se ha visto obligado a suplir otra carencia importante en Menorca, cuando se trabaja en una urbanización o un punto de costa mal comunicado, «tengo una furgoneta con conductor que les lleva y les trae, porque cuando acaban el servicio de noche, no tienen buses para volver a casa».

Alberto, camarero y barman: «En Eivissa viví en una terraza y aquí se va por ese camino»

Con 42 años, una larga experiencia en restauración, como camarero de sala y de barra, y una titulación en coctelería profesional internacional, Alberto lleva diez años haciendo temporadas en Balears y este será su tercer verano enMenorca. Busca habitación porque ahora está en la casa de su expareja, pese a que la relación se rompió, las dificultades de la vivienda les han llevado a compartir apartamento hasta que él encuentre algo. «Tengo dinero para la fianza y trabajo en un restaurante, pero lo que no hay es un sitio para alquilar», afirma este trabajador procedente de Huelva.

Está dispuesto a pagar entre 700 y 750 euros por un estudio para él solo, eso sería ideal, asegura, pero «de momento no encuentro nada, en la empresa me han dado algunas indicaciones, zonas en las que preguntar, pero todo está lleno».

Alberto ha sido, como él mismo lo define, un «trabajador mendigo, porque ganas mucho dinero pero malvives» y eso sucedió los años en que trabajó en Eivissa. En su opinión, Menorca va por el mismo camino, sino está ya igual.

«En Eivissa pagué 500 euros al mes por vivir en una terraza, la dividieron con pladur y aquello era como dormir en un contenedor», explica. En el terrado del inmueble los dueños habilitaron una especie de buhardilla «y cuando la gente salía a tender tenían que pasar por mi cuarto, pasabas muchísimo calor y si llovía, entraba agua». Ahora está en plena búsqueda de un lugar digno que habitar por la zona de Sant Lluís y alrededores.

Belén, arrendadora: «Me han llamado estafadora en redes, pero todo sube»

«Me han llamado estafadora en las redes por el precio de la habitación, pero es que todo sube, mis padres son los propietarios y pagan mucho de IBI, viven en la misma parcela, son mayores y ya no tienen los mismos ingresos», asegura Belén, que gestiona el alquiler de dos habitaciones para parejas en un apartamento de 120 metros cuadrados en Santandria. Antes era un lugar para disfrutar en familia, pero pasado el tiempo, y con el fin de pagar la reforma que hicieron en la vivienda, sus padres optaron por alquilar, «su jubilación se queda corta y todo se les hace muy grande».

Alquila una habitación doble por 720 euros al mes, precio que incluye los gastos de agua, luz e internet, así como el uso de la piscina y el parking. Esta es la tercera temporada que alquilan, y como muchos dueños de viviendas que buscan inquilinos o gente con la que compartir, se anuncian en las redes sociales.

Pese a esos comentarios negativos que dice haber recibido por el precio, la habitación que ha sacado al mercado y anunció el 18 de marzo en internet está ya alquilada, no ha tardado ni diez días en tener el contrato a punto de firmar. «Solo he tenido dos visitas y la segunda pareja se la ha quedado», señala.

Estos propietarios no tienen licencia turística, solo alquilan seis meses a trabajadores de temporada, «luego en invierno lo usamos nosotros». Todo es bajo contrato y legal, subraya esta arrendadora, aunque se ha encontrado con personas que, cuando se les pide la paga y señal tienen miedo a que sea una estafa, «porque ya han sido estafadas con otros anuncios».