¿Cómo está funcionando el relanzamiento de La Menorquina?
Muy bien. Hemos tenido crecimientos espectaculares desde el 2020 a pesar de la pandemia y la guerra de Ucrania. Contando con una muy buena oferta de productos, hemos crecido un 35%, 45% y 25%, respectivamente, en los tres últimos años, y esperamos seguir creciendo en 2024 y superar los 120 millones en ventas.
¿Cuáles han sido los ejes de la recuperación de la marca?
La Menorquina se basa en tener productos de altísima calidad, poner en valor las cualidades de lo local y aplicar una innovación constante. Estos tres ejes son los que nos permiten volver a tener una marca muy apreciada.
¿Por qué es tan importante la reconexión con Menorca?
Menorca lo es todo para nosotros: nuestro origen, nuestra esencia y forma de ser, lo que nos hace diferentes al resto. Menorca es calidad, innovación, atrevimiento y respeto por el medio ambiente. Para nosotros es una fuente de inspiración constante. Sin Menorca, seríamos una marca de helados sin alma.
Más allá de la presencia en el territorio, ¿qué parte menorquina conservan los helados?
En un sector dominado por multinacionales, las tradiciones -lo que algunos llaman el heritage- son muy importantes. Nuestros helados se siguen fabricando con la receta original de Fernando Sintes, nuestro fundador. Usamos ingredientes locales, como la nata, las almendras de Mallorca o el queso de Maó y así ayudamos a los agricultores y ganaderos de Balears a preservar este paraíso natural, además de contribuir a ofrecer productos que trasladan las cualidades únicas de nuestra tierra tanto al turista como al ciudadano local.
¿Podremos algún día volver a ver la sede en Alaior?
Nos encantaría y, aunque difícil, no es imposible. Seguimos teniendo la delegación en el número 13 del Carrer de Ferreries de Alaior, donde estaba la antigua fábrica y estamos pensando en abrir allí un minimuseo y una flashing store para que la gente, tras volver de comer o de la playa, pueda disfrutar de nuestros helados.
¿Se ha reconocido suficientemente la figura de Fernando Sintes en nuestro país?
No. Fernando Sintes, el Mestre, introdujo los helados en la España de blanco y negro de la posguerra y fue un visionario que inventó las frutas heladas… Su legado y sus enseñanzas siguen muy vivas en La Menorquina, desde esa apuesta por la innovación al cuidado de la calidad del producto y la osadía para afrontar nuevos retos.
¿Qué tienen sus recetas que encandilaron a tantas generaciones?
Es sorprendente y difícil de explicar. Aparte de que están buenísimas, también emanan de una manera de hacer muy nuestra, muy de aquí, que con el tiempo ha ido ganando reconocimiento local e internacional.
¿Cuándo pido un 57, estoy apostando por el producto local?
Sí, al pedir un 57 en Menorca o un Bombón Mallorquín en Mallorca, apuestas por un producto local, una tradición y una cultura. Y lo mismo con nuestros almendrados - el top de ventas mundial - en versión balear, con almendras de Mallorca. Son helados ‘Muy nuestros', de toda la vida. Con ellos, nos gusta pensar que aportamos nuestro granito de arena al fomento y atracción del turismo de calidad, ese que anhela descubrir las costumbres, el estilo de vida, la forma de ser y la idiosincrasia de Balears.
Fuera de nuestro país, ¿qué reconocimiento de marca obtienen?
Cada vez mayor. Exportamos el ‘placer a la menorquina' a más de 40 países y estamos construyendo una bonita historia también en el exterior, creciendo mucho en Estados Unidos, Reino Unido y Portugal.
¿Qué otros proyectos de futuro tienen en mente?
Aún vemos mucho recorrido para seguir creciendo. Estamos muy bien posicionados para dar respuesta a la tendencia creciente de los consumidores de buscar autenticidad y diferenciación. Por tamaño e historia, sabemos adaptarnos a los gustos locales, se nos da muy bien. En España, aspiramos a ser el referente del sector heladero. En el exterior, nos focalizamos en los países donde el consumo de helados no es tan estacional, además de nuestros vecinos.