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Hoy voy a felicitar por la corrección de torpezas, porque hay que ser benévolos y alabar la rectificación, y aplaudir a quien la ejecuta. La vacuna del papiloma humano se administra en España a niñas desde hace 15 años a través de la sanidad pública. La medida fue muy importante porque se ha demostrado que este virus es el causante del 99 por ciento de casos de cáncer de cuello de útero, 70 por ciento de cáncer de ano y 40 por ciento de cáncer de vulva y vagina. Diversos estudios han demostrado una reducción de un 87 por ciento de tumores en mujeres. Lo absurdo es que no se aplicara también a niños varones, porque se sabía que eran transmisores y que también pueden padecerlo. A ellos les afecta a través del cáncer de pene. Y en ambos sexos hay riesgo de cáncer de ano, boca y garganta.

En España, el cáncer vinculado al órgano sexual de los hombres más conocido es el de la próstata. Este supone el 21 por ciento de los tumores que se diagnostican, y afecta a 25.000 españoles al año. El de ano es poco frecuente (1 de cada 100.000 hombres al año), pero, según los expertos, las cifras están aumentando y en 2050 podría haber un 70 por ciento más de casos.

En 2022 se tomó por fin la acertada medida de incluir a los niños a partir de 2023, pero con la torpeza de solo los de entre 9 y 12 años, con lo que se marginaba a chavales de mayor edad, precisamente con más probabilidades de practicar sexo. Tres autonomías la incorporaron en otoño de 2022 y otras dos en 2023. Baleares no estaba en la lista. Los padres debían pagar la vacuna si querían evitar riesgos para sus hijos si estos habían nacido con posterioridad a 2011. Este año ha llegado la sensatez y el Govern ha decidido ampliar la administración a niños hasta los 18 años, de manera que los mayores de 13 quedan cubiertos. La inclusión del género masculino no solo evitará cáncer entre hombres, sino que reducirá también los contagios y, por tanto, la afectación a mujeres.

Por si los retrógrados ven en esto intención de animar a los menores a practicar sexo, deberían entender que se trata de una responsable medida de prevención. Si lo acompañamos de una buena educación sexual hacia los adolescentes y el incentivo del uso del preservativo, los resultados serán, seguro, muy positivos.