Los restauradores del puerto de Maó han notado la pérdida de clientes locales. | Katerina Pu

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A pesar de la buena marcha del turismo, que se afianza como el principal motor económico de la Isla, en el horizonte han aparecido algunas nubes que amenazan con frenar el crecimiento que la economía menorquina ha experimentado desde el final de la pandemia, en consonancia con el resto de Balears. Así lo indica la última valoración de la coyuntura económica del Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam), correspondiente al cuarto trimestre de 2024, en la que se advierte de la desaceleración en diversos sectores.

«Hay ciertos indicadores que hasta ahora presentaban una evolución positiva, como la contratación o la confianza empresarial, que ahora baja por primera vez desde 2020», señala el economista David Serra, responsable de la diagnosis económica del Obsam, quien asegura que detrás de la buena marcha del turismo, hay que prestar atención a algunos factores que «están limitando la confianza en que se pueda seguir creciendo».

Baja la contratación

Uno de los indicadores que apuntan hacia un escenario de incertidumbre es la tendencia a la baja de la contratación, puesto que los buenos datos del paro no se traducen en un aumento de los contratos firmados, que cayeron un 7,7 por ciento en el cuatro trimestre de 2024, hasta los 4.016, situándose en los niveles más bajos desde 2011.

En este sentido, Serra destaca las crecientes dificultades del mercado laboral para encontrar trabajadores como uno de los factores que podrían estar reduciendo la contratación, sumado a los efectos de la reforma laboral, que ha reducido el ritmo de contratación por el boom de los fijos discontinuos. Los datos también muestran un estancamiento en la creación de empresas, que se sitúa alrededor de las 3.500, el mismo nivel que hace 15 años.

La precaución de los empresarios ante el futuro de la economía también responde a la reducción de algunos indicadores importantes relacionados con el consumo privado y la inversión, como la bajada de un 8 por ciento de las matriculaciones de vehículos entre 2023 y 2024, que muestran la debilidad de la demanda interna, que se resiente del aumento de precios acumulado durante los años 2021 y 2022, que todavía no se han recuperado. Y es que a pesar de que la inflación se ha moderado, se sitúa en el 2,5 por ciento. Esto también se refleja en el descenso del turismo nacional, que acusa la pérdida de capacidad adquisitiva. En este contexto, la crisis en el acceso a la vivienda aparece como otro factor de debilitamiento de la demanda.

Todo ello, apuntan desde el Obsam, se traduce en una bajada de la confianza empresarial y dibuja un «escenario complejo para la economía menorquina». «Detrás de los buenos datos cuantitativos, hay elementos que indican que cualitativamente no está tan claro que las cosas vayan bien», resume Serra.

La crisis de la vivienda y el descenso de la construcción lastran el consumo

Uno de los factores que pone en riesgo el crecimiento de la economía de la Isla es la crisis en el acceso a la vivienda y los elevados precios de los alquileres y las hipotecas, que están obligando a las familias a reducir su consumo, lo que afecta a sectores como la restauración.
El último trimestre del año pasado registró un incremento del 15 por ciento en la superficie de proyectos visados respecto al mismo periodo de 2023, pero a pesar de este aumento puntual, la construcción residencial sigue una trayectoria descendente desde el repunte de 2022, cuando se superaron los 400.000 metros cuadrados de proyectos visados, algo que no se producía desde 2007. Desde el Obsam, vinculan este comportamiento a la subida de los costes en el sector, así como a la dificultad de acceso al crédito hipotecario, a pesar de que se ha flexibilizado en los últimos meses. Por todo ello, señalan desde el Obsam, el conflicto de la vivienda, cada vez más en sintonía con islas como Eivissa o Formentera, se configura como un factor de riesgo, que se suma a otros indicadores que van a la baja.