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El papa Francisco permanece ingresado en el hospital Gemelli de Roma desde el viernes 14 de febrero. La neumonía doble que padece es una infección grave que le provoca crisis respiratorias.

El Vaticano describe el estado del pontífice como «complejo». A pesar de ello, según la Sala Stampa de la Santa Sede, «ha seguido siempre lúcido, orientado y colaborador». Es una situación complicada para una persona que cumplió 88 años hace dos meses. Pero, ¿quién manda y decide en la cúpula de San Pedro cuando el papa está enfermo? La maquinaria de la Curia romana nunca se paraliza.

Los dicasterios del Vaticano gozan de gran autonomía y cada uno tiene su propio plan de trabajo. Con Francisco en el hospital, se utiliza la fórmula ad mentem Papam, o sea, ‘tomar las decisiones que él habría tomado’.

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El trabajo cotidiano no se detiene, excepto lo que requiere la intervención directa del Santo Padre. Desde que está hospitalizado se han suprimido las audiencias, pero ha seguido nombrando nuevos obispos.

El Código de Derecho Canónico prevé que «al quedar vacante o totalmente impedida la sede romana, nada se ha de innovar en el régimen de la Iglesia universal». Se aplica el principio nihil innovetur (nada nuevo sea introducido). Pero mientras está regulada la sede vacante, tras el fallecimiento del sucesor de San Pedro, no se contempla en la sede impedida. En diciembre de 2018 el diario «ABC» preguntó al papa Francisco: «¿Qué ocurre si un pontífice queda repentinamente impedido por problemas de salud o accidente?»

La respuesta del papa jesuita y argentino fue rotunda: «Ya he firmado mi renuncia. La firmé y dije: en caso de impedimento o por cuestiones médicas, o qué sé yo, acá está mi renuncia. Ya la tienen», Benedicto XVI firmó una carta similar en 2006, como también hicieron Pablo VI y Pío XII.