De 42 años de edad, natural de Ciutadella, prefiere mantenerse en el anonimato. | I.P.D.R.

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«No quiero que la gente pase por lo que yo he pasado. El fentanilo me arruinó la vida, perdí a mi familia y, si no hubiera sido por mis hijos, no estaría aquí». Lo dice Luis, un menorquín bajo nombre ficticio que, a sus 42 años, lleva quince meses limpio y que, desde hace dos, ha logrado recuperar el derecho de visitas con sus hijos. Eso es, después de haberlo perdido todo y de haber deambulado demasiadas veces sobre la fina línea que separa la vida de la muerte cuando hay drogas de por medio.

Luis es un ‘viejo’ conocido de la policía y ha sido inquilino habitual de los calabozos. Habla para «Es Diari» para advertir de los riesgos del fentanilo, un potente opioide que se le prescribió por sus problemas con una fascitis plantar severa, que le hizo pasar dos veces por quirófano y le producía terribles dolores al caminar. Ahí empezó a utilizar los parches, «normalmente se ponen debajo del corazón, pero es muy fácil ponerse más de la cuenta cuando el dolor no cesa».

Su caso es uno de esos en que la prescripción del fentanilo como analgésico deriva en adicción. «A la gente como yo, que consume drogas, no se les puede recetar fentanilo», es toda una invitación a una nueva adicción.

«Si no eres consumidor de drogas, mueres con el primer parche que fumas»

Su trayectoria en el mundo de los estupefacientes es larga. «A los 17 años empecé a fumar porros, con 18 comencé con cocaína, tripis, pastillas». Luego, después de unos años alejado de las drogas, recayó nuevamente. «Del 2019 al 2023 me reenganché y empecé con la heroína y consumía cocaína». «Con 38 años empecé con el problema del pie, al principio me dieron palexia, un opioide más flojo, y luego me recetaron el fentanilo». También había tomado lírica y tramadol para el dolor.

En ese momento «vivía en un punto de venta de drogas», por lo que pronto descubrió que esos parches que le habían prescrito contenían una sustancia «mucho más fuerte que la heroína» y empezó a crearse unos cócteles mortales. «Me acababa de separar y me enseñaron a sacar el fentanilo de los parches». Esa fue su perdición.

«A la gente que consume, no se le puede recetar fentanilo, hay otras opciones»

«Es más barato pillar un parche que comprar una papelina de ‘caballo’, vale 20 o 25 euros y es cien veces más fuerte», dice Luis, quien asegura que «es muy fácil conseguirlo y sacar el fentanilo del parche y es como si fumaras heroína o cocaína, pero muchísimo más fuerte», insiste. Y lo sabe bien, «he sufrido tres sobredosis y he tenido suerte de tener al lado a gente que ha sabido reanimarme; no puedes llamar a nadie, porque te llevan al penal».

Para él, «no tiene nada que ver una calada de fentanilo, con una de ‘caballo’, a mí la heroína no me hacía nada, me fumaba tres parches de fentanilo en un día y con la primera calada ya te trastoca». De hecho, es tan potente que «si no eres consumidor de drogas, con el primer parche que te fumes, te mueres».

«Es muy fácil conseguir fentanilo y sacarlo del parche; vale unos 25 euros»

A la hora de consumirlo «no se puede estando solo, es muy fácil que te dé una sobredosis y si no estás acompañado, ahí te quedas». Gracias a eso está vivo, le han salvado a él y él ha salvado a otros. «Con una chica lo pasé muy mal, intentando que despertara y lo conseguí; rezaba, se había pasado», lamenta.

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Efectos

«Lo primero que sientes es euforia, estás en una nube, te sientes Dios, pero luego como que te duermes y, si sigues tomándolo, no despiertas». Porque «provoca un paro respiratorio, bajan las pulsaciones y es muy fácil que te vayas».

Por otro lado, este narcótico genera cambios físicos evidentes, «estropea la dentadura» y «te destroza el cerebro, de deja inmóvil, te vuelves muy agresivo, no eres tú, te mete en un bucle y no sales». Quizá todo eso le llevó a sus «tres intentos de suicidio», en uno de ellos «me puse nueve parches y tomé pastillas; menos mal que me encontró la Guardia Civil y pude salir».

Ayudas

Todos los problemas que le provocaba esa situación llevó a Luis a tomar conciencia de su problema. Se le retiró la prescripción, se alejó del piso donde vivía, encontró el apoyo fundamental de un amigo y recurrió a la UCA, la Unidad de Conductas Adictivas [tiene sede en Ciutadella y Maó]. Allí, agradece a sus profesionales la ayuda que le ha salvado la vida.

Con todo, «yo sabía que tenía un problema; lo primero es aceptarlo», reconoce. «Acepté cómo estaba, en qué momento me encontraba, cómo trataba a la gente, porque les chillaba, no era yo; perdía la memoria» y tomó la decisión de dejarlo «de golpe». Por eso «estuve seis meses fatal, daba miedo», por la fuerte dependencia y el síndrome de abstinencia.

«En la escala de analgésicos están el fentanilo y el carfentanilo, aun más fuerte»

Ahora toma antidepresivos y antipsicóticos y va reduciendo dosis. «Me ha costado mucho salir y no volveré a consumir, tengo mi meta, mi camino, si no hubiera sido por mis hijos no estaría aquí», porque han sido su mayor motivación para luchar. «Hasta que no estuve rehabilitado no me han dejado volver a tener visitas con mis hijos», dice satisfecho, mientras espera ir mejorando día a día.

«Que no lo consuman»

Las últimas noticias sobre este narcótico de usos terapéuticos, pero altamente nocivo si es consumido de forma descontrolada, han animado a Luis a advertir sobre sus peligros. Las muertes que se han producido en Ciutadella por este motivo «no me han sorprendido, sabía en qué estaban metidos».
«Que nadie tome fentanilo», reclama. «Aconsejaría a la gente a la que le vayan a recetar esta medicación, que busquen otras opciones, porque las hay», aunque sabe que «hay personas con mucho dolor y puedo entender que lo necesiten, pero darle otro uso es horrible».

«Esto solo lo puede frenar la Seguridad Social, tienen que dejar de prescribir fentanilo», reitera, a la vez que advierte del peligro de otros productos. «En la escala de analgésicos más fuertes están el fentanilo y el carfentanilo, que es el doble de potente y que ha salido ahora».

El grado de oposición al opioide llevan a Luis a considerar que su uso «no es que sea un delito contra la salud pública, es más grave, es un atentado contra la humanidad».

Sea como fuere, «ahora me siento vivo, despierto, contento conmigo mismo porque he salido de algo muy difícil. Estoy en proceso, me queda encontrar un trabajo, condicionado a mi capacidad por el talón». Otro gran reto de Luis, quizá el principal, es recuperar el vínculo con su madre y sus hermanos, «solo me hablo con mi padre», pero, después de seis años, confía recuperar a la familia «cuando vean que estoy del todo bien», concluye esperanzado.

El apunte

Otro caso en Ciutadella: atendida en el Canal Salat tras consumir fentanilo

La preocupación por el consumo de fentanilo por parte de personas adictas a otros estupefacientes va al alza y siguen dándose casos. El último del que se tiene constancia tuvo lugar el pasado miércoles en el centro de salud del Canal Salat, también en Ciutadella. Los servicios de Urgencias atendieron a una paciente que, entre otros narcóticos, había consumido fentanilo, y precisó de atención médica. En esta ocasión, no se trató de un caso grave y la paciente pudo ser dada de alta y abandonar por su propio pie el recinto asistencial.