Ahora, con cincuenta años recién cumplidos, Pepe Torrent Vivó nos continuaría sorprendiendo con sus ideas talentosas, sus proyectos insólitos y su mirada tan mirífica como soñadora.
Pero nos dejó, aquel octubre de 2017 lejos de su Ciutadella natal, al quedar sin aliento en Pisco (Perú). Hoy le recordamos por su obra como un artista plástico arriesgado y diferente, que supo utilizar la pintura como su medio de transporte para seguir viviendo.
El Consell, gracias a la iniciativa de Joan Pons Torres, le rinde un emotivo homenaje que incluye también la creación pictórica de su madre, Carmen Vivó Saura. Hoy en la Sala Municipal d’Exposicions del Roser de Ciutadella, hasta el 22 de marzo; y después, a partir del 4 de abril, en Ca n’Oliver, en Maó.
Sostiene Carles Jiménez, el comisario de esta muestra, un vibrante latido artístico que une las trayectorias del hijo con su madre y la madre con su hijo: «Pepe Torrent nos dejó demasiado pronto, pero su legado está aún vivo, como pone de manifiesto esta muestra. Su madre, Carmen Vivó, es la única pintora costumbrista y naïf actualmente en Menorca». Añade el riguroso crítico de arte d’«Es Diari» que «la complicidad entre ambos fue tal que incluso pintaron conjuntamente, fusionando ambos estilos de forma armónica».
Recorremos la exposición sin prisa, en silencio, y nos detenemos ante los trazos, las figuras y los objetos que compartieron Carmen y Pepe. En ellos escucharemos los ecos que reverberan desde las casas del paseo de Sant Nicolau, donde evocamos la conversación con doña Mercedes Saura de Sintas, la senyora de Binipati i Binimoti; también del Camí de Baix, con las conversaciones y tantas confidencias del padre, Carlos Torrent Campins.
Y, frente a Calós, la casa de José Roberto Torrent Prats, abuelo y suegro de ambos artistas. El pintor que pintaba los árboles del color del árbol y el mar, del color del mar. Es el microcosmos de los Vivó Torrent, Carmen y Pepe.