He ido a desayunar esta mañana a uno de los pocos bares abiertos en nuestro puerto... qué placer tan maravilloso compartir ese momento con personas que te aportan tanto.
El motivo del desayuno era hablar del amor... sí sí, del amor en ¡mayúsculas!
Viendo cómo está cambiando el mundo, y me refiero al mundo en lo que significa ello... el mundo como conjunto de países, océanos, poblaciones y sobre todo personas, ya hace tiempo converso con dos grandes amigas, personas que poseen una capacidad enorme de empatía, con conocimientos muy valiosos sobre las relaciones humanas, pero también con una capacidad de analizar esas relaciones, esa manera de «estar» en el entorno más estrecho, en el estar en un ámbito menos global (mundo) pero no por ello más «pequeño»... pues al conversar con ellas mi persona alcanza una cota de introspección que no me la ofrecen otro tipo de conversaciones más, diríamos, mundanas... o comerciales.
Os cuento. Después de muchas horas de análisis, de investigaciones sociológicas, de análisis geo-políticos, de comparaciones sobre los comportamientos humanos... de constatar que nuestro mundo está dirigiéndose a caminos de mucha incertidumbre, pero sobre todo a caminos donde el poder, el estar por encima del otro, es el camino que empiezan a escoger, sin vergüenza alguna, los ¡magnates del globo terrestre!
Y ese camino va a ir dejando en la cuneta a quienes eligen otras opciones, otros paradigmas, otros deseos de convivencia.
Pues me digo y os digo, ¡no podemos quedarnos quietas! No podemos actuar como simplemente espectadores o personas que ante tanta desilusión, desesperanza, tanto egoísmo, tanta causa de dolor... ante todo ello (y más que dejó a vuestro pensamiento), reitero, no podemos girar la cabeza, no no podemos dejar de lado esta tendencia y preocuparnos sólo por nuestro bien estar, por poner «a salvo» nuestra «calidad de vida»…
Estamos obligados a pensar, a meditar si es esto lo que queremos, si los poderosos son quienes han de marcar el camino... un camino que va ha hacer la trabanqueta a tantas y tantas personas... un camino en el que no encontraremos misericordia, escucha, paciencia, generosidad... En resumen, un camino donde el amor no va a existir… y hablo del amor en el más alto grado de su significado.
El amor está siendo barrido, vilipendiado, traicionado.
Por ello quienes si creemos que podemos revertir esta tendencia hacia un mundo que no nos complace, que aumenta las diferencias, que no cree en las libertades ni en los derechos humanos, un mundo dirigido por el desamor. Quienes creemos aún en que el amor es nuestro aliado, quien debe iluminar nuestras acciones y que cada día ilumina cada detalle de nuestras vidas, quienes creemos que dar las gracias, ponerse en la piel del otro, sonreír, apoyar, abrazar... cooperar... quienes vemos en estos gestos y actitudes un buen camino para tener un entorno más justo, más dichoso... Quienes pensamos así, hemos de trabajar de manera individual pero también en grupo para donar un cop d’arjau y buscar una vía positiva para todas las personas que tenemos cerca o lejos e incluso que no conocemos, pero sabemos que están siendo arrojadas a la cuneta.
Os hablo de que hagáis brillar vuestro bien hacer, que apostéis por hacer cosas que, tal como va hoy el mundo, este mundo no está dispuesto a hacer.
Creo que el amor debería ser una manera de evolucionar como seres humanos, haciendo de este sentimiento nuestra próxima revolución vital.
Os animo a ejercitar este amor.
Es nuestra única esperanza para un mundo mejor.