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Cinco días para que se acabe el 2024 y con él también termina mi colaboración con el diario «Menorca». Creo que todos mis artículos se podrían resumir en varios principios básicos, a saber: Sin humor la vida es menos vida. Siempre contra el poder explotador. Siempre al lado de los que el sistema ha dejado sin oportunidades para vivir con dignidad. No hay moral sin antifascismo. No hay futuro sin feminismo. No hay humanidad sin respeto a los derechos del vulnerable. La vida es más aburrida sin lúpulo. O superamos el sistema capitalista, o nos vamos al carajo. No hay democracias, hay plutocracias. Amo Menorca, con toda su belleza y con todas sus aristas. Hay que cuidar a los amigos y a la familia, porque cuando caiga la noche los que van a estar ahí para el abrazo necesario son ellos. Lo distópico es divertido en la ficción, ¡vivan los zombis!, pero para la vida real lo que hacen falta son más (pequeñas) utopías.

Ya ven, lo que me he enrollado durante casi tres lustros para decir lo que podía haber dicho en un solo párrafo, ¡menudo charlas! Los caracteres que me quedan son para dar agradecimientos, como en la entrega de unos premios empalagosos y horteras. Voy a empezar por el tópico, pero es muy cierto, el primero va para mi compañera de vida, que se ha soportado estoicamente mis nervios de fin de semana dándole vueltas al próximo artículo, qué paciencia.

Gracias a los amigos que semana tras semana ejercían su derecho a réplica contestando a mis artículos, para ponerme en mi sitio cuando me flipaba demasiado. Gracias a los queridos lectores que han enviado emails para decirme que me había pasado de frenada, o por el contrario que tenía que apretar el acelerador, tomo los piropos y las críticas en su justa medida para que no se me vaya la olla.

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Gracias a mi amigo de letras Juan Luis Hernández porque me ha emocionado con sus mensajes. Gracias a la gente de Grahame Pearce por elaborar la bebida de los dioses para ateos como yo. Gracias al Atlético de Madrid porque enseña a sufrir de otra manera. Gracias al profesor Noam Chomsky por existir. Gracias al filósofo Diógenes de Sinope por su cinismo del bueno. Gracias a John Wilson por sus cagadas y por su forma de ver la vida. Gracias a la ‘Mari’ por las charlas con su amiga que nos dieron las risas más tiernas. Gracias a Luisa y a Pepe, los papás ausentes, por seguir inspirando historias.

Gracias a Charles Simoniyi por inventar Word y su corrector ortográfico, me han salvado de más de una. Gracias a los oftalmólogos que han cuidado mis ojos durante estos años, sin ellos nada de esto hubiera sido posible. Gracias a mi gato que con su cola me ayudaba a escribir los artículos. Gracias a Louis de Bechamel creador de las croquetas. Doy gracias también por marcharme en el 2024, porque el 2025 tiene una rima muy mala.

Deseo que tengan un nuevo año mejor que el anterior. Seguro que nos encontramos por el camino para echarnos unas risas, para seguir ejerciendo el necesario derecho a réplica y para compartir unas cervezas bien fresquitas. Lúpulo y feliz jueves.