En un mundo donde el conocimiento profundo y la pasión genuina por nuestra herencia cultural no siempre reciben el reconocimiento que merecen, Fernando Serrano brilla como un ejemplo admirable. Su incansable labor como guía, y divulgador del patrimonio histórico y arqueológico de Menorca es, sin duda, un tesoro que merece ser celebrado.
Recientemente, quienes tuvimos el privilegio de visitar el Castillo de San Felipe pudimos vivir una experiencia única, gracias a la impecable profesionalidad de Fernando. Desde el primer instante, quedó claro que no estábamos ante un simple guía, sino ante un auténtico maestro de la divulgación histórica de Menorca. Su charla introductoria fue un fascinante viaje en el tiempo, trazando con precisión los momentos clave de la vida de esta emblemática fortaleza.
Construido en 1554 bajo el reinado de Carlos I de España y V de Alemania, el Castillo de San Felipe se erigió como un bastión clave en la defensa del puerto de Mahón, uno de los enclaves estratégicos más importantes del Mediterráneo, si no él más. Durante los siglos siguientes, la fortaleza sufrió múltiples ampliaciones y fue testigo de algunos de los episodios más dramáticos de la historia menorquina.
Mi amigo Fernando no se limitó a relatar los acontecimientos históricos, sino que nos invitó a participar activamente en el recorrido. A medida que avanzábamos nos lanzaba preguntas a los componentes del grupo, para poner a prueba nuestra atención y conocimientos. Este enfoque no solo dinamizó la visita, sino que despertó un interés genuino por la historia de Menorca en todos nosotros. Como anécdota, mi hijo, al finalizar la experiencia, me confesó: «Si a mí me hubieran explicado la historia como lo ha hecho Fernando, me habría apasionado por ella desde el principio».
En la visita, Serrano, también destacó elementos técnicos fascinantes del castillo. Nos mostró el sistema de galerías subterráneas que se extendían a lo largo de varios kilómetros, unos 8 bajo tierra, creo recordar, distribuidas en cuatro niveles, diseñadas para resistir asedios y garantizar movimientos estratégicos de tropas. Nos explicó también la importancia del pozo central, que aseguraba el suministro de agua incluso en las circunstancias más adversas, simbolizando la autosuficiencia de la fortaleza frente a largos bloqueos.
Uno de los episodios del asedio al Castillo, de 1781-1782, cuando las tropas españolas, bajo el mando del duque de Crillon, sitiaron a los soldados británicos durante seis largos meses. A pesar de la inferioridad numérica y las condiciones extremas, los británicos defendieron con una valentía encomiable el castillo hasta su rendición. Por otra parte, en un gesto de respeto y admiración, el duque de Crillon ordenó que las tropas españolas formaran filas para rendir honores a sus adversarios. Este acto de caballerosidad militar queda grabado en la historia como un ejemplo de humanidad en medio del conflicto.
Así las cosas, Fernando, no solo presentó estos hechos con rigor y detalle, sino que los impregnó de emoción y pasión. Su capacidad para entrelazar datos históricos, anécdotas y reflexiones personales convirtió una simple visita en una inmersión completa en el alma de Menorca.
Y es que en una época en la que preservar la memoria histórica, en mayúscula y no sectaria, es más crucial que nunca, el trabajo de Fernando Serrano es un recordatorio de que el conocimiento es una herramienta poderosa para proteger y promover nuestro legado cultural e histórico. Gracias a su entrega, y a la de otros como él, generaciones presentes y futuras podrán comprender mejor la riqueza de Menorca, no solo como un paraíso natural, sino como un enclave cargado de historia y simbolismo.
Ya lo he manifestado antes, desde aquí nuestra más sincera gratitud y admiración a Fernando Serrano. Tu labor trasciende la mera divulgación; y se convierte en un auténtico acto de amor hacia Menorca, su historia y su gente. Deseo que tu ejemplo inspire a muchos más a seguir construyendo puentes entre el pasado y el presente, para que nunca olvidemos de dónde venimos. En esta labor deben participar activamente las instituciones públicas, las empresas, a través de patrocinio y los ciudadanos, mediante el respeto y conservación de nuestro querido y monumental patrimonio natural, arqueológico, cultural y arquitectónico. Por todo ello gracias, Fernando.