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Han transcurrido casi 7 años desde que elGovern deFrancinaArmengol, el del Ayuntamiento de Maó y el delConsell posaban sonrientes frente al Hospital Verge delToro para anunciar la licitación de un proyecto que ha hecho aguas desde su inicio, sin que todavía sepamos cuándo ni cómo acabará.

El pasado 31 de julio se paralizaron las obras para solaz del sufrido vecindario que lleva demasiado tiempo comiendo polvo, soportando las molestias de una obra cuya ejecución está resultando caótica. Es el resultado de la rescisión pactada del contrato con Accciona cuando se descubrieron los daños estructurales que no habían sido advertidos en un principio, sin que se sepa cuándo se reanudarán los trabajos.

Como consecuencia la inversión en este edificio emblemático que corona el puerto de Maó se va a disparar a más del doble de las previsiones iniciales, después de haber arrancado la casa por el tejado. La primera decisión controvertida fue la de emprender la reforma de la fachada con un coste de 2,7 millones de euros.

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Un año después de haber iniciado la segunda fase para reconstruir el interior del edificio y adecuarlo a su futuro uso, una vez esqueletizado, los técnicos de la obra detectaron que había deficiencias graves en su armazón. Habían pasado 68 años desde su construcción, entre ellos los 10 en que se abandonó a su deterioro cuando el ‘Mateu Orfila’ estuvo disponible.

Los 12 millones en que estaba presupuestada esta segunda acometida para recuperar el antiguo hospital se van a convertir en 28, lo que supone más de la mitad de la inversión prevista en infraestructuras sanitarias para toda la isla en esta legislatura.

Un decenio más tarde de que se optara por paralizar la reversión del edificio al Estado para devolverle una utilidad asistencial, la antigua residencia parece un decorado de cartón-piedra, pulida por fuera y vacía por dentro pese al tiempo y el dinero invertidos.