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Hay una larga lista de famosos de nombre Mario. Casas, Vargas Llosa, Benedetti, Vaquerizo, Moreno ‘Cantinflas', incluso Mario es brut, muy popular en el puerto de Maó, o la Fonda de Can Mario de Ciutadella. Ahora nos ha dejado Mario Cappa, un italiano enamorado de Menorca, que convirtió la Isla en su hogar 34 años atrás. El domingo pasado, los voluntarios de la Illa del Rei, de los que era uno de sus miembros más apasionados, le rindieron un homenaje en la capilla del antiguo hospital, junto a su esposa y dos hijos. Palabras que emocionaron y silencios de respeto. Incluso el «parte» que Luis Alejandre elabora cada domingo, siempre lleno de detalles y de nombres propios, fue sobrio y lleno de líneas en blanco en recuerdo de Mario.

Me gustaría apuntar solo un detalle sobre su filosofía de vida y su sueño sobre Menorca.

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Le conocí por primera vez en Televisió Menorquina. Vino a los estudios y se presentó como antiguo técnico de la RAI, la televisión pública italiana. Dijo que había visto los programas de la tele local y que faltaba iluminación en los platós. Se ofrecía gratis a proponer las mejoras necesarias y llevarlas a cabo si era necesario. ¿Quién hace algó así? Solo aquellos que tienen claro que reciben lo que dan.

El sueño que tenía y que explicaba a quien quisiera escucharle consistía en que Menorca era el corazón del Mediterráneo y por tanto de Europa. Por su posición geográfica, pero especialmente por la historia de las culturas que han tenido presencia en la Isla. Para él, el puerto de Maó era el escenario perfecto para simbolizar ese crisol de culturas, lenguas y personas. Y que el hospital de la Illa del Rei hubiese acogido a 527 marinos supervivientes del hundimiento del «Roma» era el mejor ejemplo del latido de ese corazón. Y además, el símbolo era de paz y no de conflicto, de convivencia entre pueblos diferentes y no de exclusión por motivo de la raza, la cultura, la religión o la política. Los sueños se esfuman al despertar. Espero que el de Mario Cappa sobreviva.