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Un mocoso, apenas un adolescente que acaba de aprobar la Educación Secundaria Obligatoria ha puesto patas arriba el fútbol mundial a partir de apariciones imponentes en el campeonato europeo de naciones que singularizan su presente y no observan límite en su futuro. Ni Pelé marcó a edad tan temprana en una competición internacional de nivel como lo ha hechoLamine Yamal en esta Eurocopa.

La progresión de este chico que en circunstancias normales estaría comiendo pipas con sus colegas, sentado en un banco del barrio Rocafonda, uno de los más pobres de Mataró, ha engullido a la velocidad del sonido las etapas que tenía ante sí como paso previo a su presentación en la élite a la que ya se intuía destinado desde que elBarça lo captó.

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Su fútbol a ojos del mundo es irracional porque escapa a toda lógica esta demostración mayestática en una competición de máxima exigencia cuando solo se tienen 16 años de edad.Dicho de otra forma, sería como si un niño de parvulitos apareciera de repente y resolviera logaritmos neperianos con destreza y normalidad.

De cuerpo frágil y mirada pilla, Lamine percute con estoicimismo y calma de veterano cuando encara a defensas que presentan hojas de servicios impecables ante los mejores delanteros del mundo. Su gol ante Francia resultó una maravillosa combinación de descaro, técnica y talento... arte futbolístico en definitiva.

Hay que disfrutar de esta promesa adelantada a su tiempo, vibrar con su juego cuando el día de partido le sorprenda inspirado. Pero, lamentablemente, no todos saben hacerlo, al contrario, los hay que se han apresurado a recordar la procedencia de sus padres, ambos inmigrantes africanos, aunque él nació en Esplugues, para politizar la única realidad que cuenta. España dispone de un astro en ciernes que puede marcar época en el planeta fútbol.El resto de consideraciones paralelas son absurdas.