Corría 1953, los cines de Mahón todas las semanas se llenaban, el Teatro Principal y el Salón Victoria, deseosos de ofrecer las últimas novedades en cuanto a películas más famosas. En aquella ocasión la publicidad alertó al pueblo de la puesta en escena de «Violetas Imperiales», rodada en Granada y a la cabeza de cuyo reparto figuraba una pareja entrañable, muy aplaudida como fueron Carmen Sevilla y Luis Mariano, dirigidos por el director Richard Pottier, música de Francis López, presentada por primera vez el 12/12/1952.
Es fácil imaginar el Salón Victoria, tras ver el NO-DO y el descanso, se envolvió entre luces y sombras dispuesto aquel público callado y respetuoso a gozar del tema y escuchar la voz de nuestro admirable Luis Mariano, que, si mal no recuerdo, tuvo que emigrar a Francia por ser persona non grata por el régimen que imperaba en España.
Nadie esperaba lo que de un momento a otro iba a suceder, Luis Mariano saltó a la pantalla cantándole a la bella Carmen Sevilla la hermosa canción «Violetas Imperiales», la cual hace unos instantes he cantado con mi pobre voz a mis familiares ya que siempre la he venido recordando, cuando de pronto el salón se quedó parado y aturdido al escuchar una fuerte voz procedente del gallinero soltando una frase insultante: «Maricón». Se encendieron las luces los acomodadores subieron al primer piso y ya no sé cómo debió acabar la cosa, al poco se volvió a reanudar aquella cinta de grato recuerdo.
Muchos años después, tras una celebración familiar, se habló de lo sucedido y me enteré que en la familia de mamá Teresa sus padres y hermanos habían sufrido aquel mal llamado mundo de «maricones». Tal vez debería decir (con perdón) pero siempre me he negado a insultarlos y mucho menos a apoyar a cuantos lo hacían, podría escribir una retahíla de mal sonantes nombres con que el pueblo siempre los llamó. Añadir que mi tío Pedro fue acogido como mayordomo en uno de los grandes barcos que hacían la ruta con América, si bien al cabo de mucho tiempo cuando las canas y los años se habían apoderado de él emigró a Canarias donde falleció, tan solo lo vi una vez, ya que en Mahón no era persona grata, corría 1966.
Durante mi niñez, juventud etc, me vi perjudicada al haber sido vecina del cabaret, el único con que contó la ciudad, «El Trocadero», y puedo y debo decirles que siempre fui una admiradora incondicional de su propietario D. Miguel Guardia Villalonga. Persona caritativa, que apoyó siempre a cuantos precisaron ser atendidos, y aquí podría extenderme si bien ya hablé de ello en mi trabajo de muchas semanas del «Trocadero y sus aledaños», el cual quise hacer para participar a gran parte de los mahoneses que el barrio no fue jamás aquel cabaret conocido por «El trocadero», el barrio comprendía Bellavista, donde se encontró la primera casa de espectáculos obscenos, Santa Cecilia y la esquina de esta misma con San Sebastián.
Felicitar a Nel Martí, por su ímpetu en ir descubriendo poco a poco hasta dónde puede llegar, ya que el mundo no está tan adelantado ni tan abierto como quiere darnos a entender, todo lo contrario.
No es crítica pero sí aclarar que la fotografía de la página nº 9 del domingo 16 del corriente, corresponde al fundador del Trocadero, D. Miguel Guardia Villalonga.