La corrupción está de moda. Lo comprobamos cada día. Leer la prensa y cegarse con la televisión nos lo demuestra. Si, efectivamente, estamos rodeados de corruptos. La actualidad política ha degenerado tanto que ya parece que solo vivimos en un lodazal de sinvergonzonería, esa miseria humana tan característica de quien toca el poder. Y todo ello nos conduce a la llamada «crisis reputacional» de la política donde ya todo es enfrentamiento, insultos y el «y tú más». Decía el clásico que «las cosas no pasan por casualidad sino por causalidad». Y es verdad porque siempre hay una razón que lo explica todo. Veamos pues el porqué de la actual corrupción.
La ola actual proviene de dos frentes. El primero son las consecuencias de aquel estado de alarma declarado ilegal en su día por el Tribunal Supremo y de la censura informativa que conllevó. También de cerrar el Congreso cuando más se le necesitaba, de aquel gobernar por decreto sin controles ni contrapesos, de aquellos falsos comités de expertos, de cuando los sermones bolivarianos del «Aló, Presidente» y de cuando el marido de Begoña Gómez, la negociante, colonizó las instituciones con incapaces crónicos intentando asentar un Régimen a su imagen y semejanza. Y fue cuando aquel 20 de marzo de 2020 se centralizaron todas las compras de mascarillas en el Ministerio de Transportes. «Desde ese día, Ábalos es amo y señor de todas las compras del Ejecutivo, que se hacen sin concurso público y mediante adjudicación a dedo con la excusa de la emergencia sanitaria» (A. Nieto).
Fue cuando se utilizó el miedo humano a lo desconocido para hacer los negocios más miserables; cuando los círculos koldistas («solos o en compañía de otros»),vieron la oportunidad de enriquecerse durante el confinamiento (también declarado ilegal). Fue cuando se mantenía a los ciudadanos amordazados en sus casas mientras en el Hat Bar palmesano se servían copas hasta altas horas de la noche a una Nomenklatura provinciana que gastaba dinero público sin control alguno para luego almacenar sus compras por fracasadas. Aquellas acciones, aquel creerse impune es la primera causa de la corrupción actual.
Pero también hay otra: la necesidad que tuvo el PSOE, después de perder las elecciones generales, de esclavizarse a los enemigos del Estado para poder gobernar «just a little bit longer» como cantaba Joe Jackson («Stay»). ¿No es acaso corrupción pactar la estancia en el poder a cambio de conceder impunidad a un delincuente fugado de la justicia, a un acusado de terrorismo por la Sala Segunda del Supremo? ¿No es corrupción doblegar, adaptar y ajustar los delitos cometidos a la conveniencia personal de un político y su camarilla? ¿No es corrupción perdonar y olvidar los usos voluntariamente erróneos del dinero público para favorecer intereses ideológicos particulares? ¿No es corrupción que Sánchez haya convertido el Congreso en un zoco donde todo se compra y todo se vende?
La corrupción no es tan solo inflar de forma usurera el precio de las mascarillas (cualquiera que sea su calidad o su efectividad) ni hacerse con el botín de una comisión indecente aprovechando la necesidad del momento, sino, y especialmente, enmascarar la venta con subterfugios administrativos que, pasados los años, intentan justificarse en la necesidad del momento.
Estamos viendo como quien se pregonaba como valladar ante la corrupción es quien mejor la práctica. Well. Mira por dónde. No quedan tan lejos los episodios que han jalonado la trayectoria del socialismo español en las últimas décadas: Time Export, Filesa, aquellos convolutos alemanes tan simpáticos para sus receptores, el caso Delcy nunca desvelado, el robo de 679.432.179,29 euros cuando los ERE, etc. etc. Un listado interminable hasta desembocar en el miserable contrabando de influencias, chanchullos y marisquerías de estos años.
Y así hemos llegado al definitivo final count down cuando ya resuenan a lo lejos las atronadoras trompetas del apocalipsis dando la bienvenida al final del populismo sanchista que sucederá cuando «la oscuridad se separe de la luz, la aguas del continente y los cielos de la tierra. Cuando los árboles den sus frutos y el movimiento de las aves, las bestias y todo tipo de seres humanos hagan susurrar a los bosques...».(adaptado de Towles).
Efectivamente, estamos indignadísimos.
Notas:
1- ¿Triunfará en Francia el uniforme obligatorio en los colegios públicos para igualar a los estudiantes?
2- ¿Lo importará España para luchar contra la discriminación islamista? ¿La podemia no se opondrá, verdad?
3- Dos valientes: una, la alcaldesa de Ciutadella por decir la verdad sobre la sucia recogida ‘cubo a cubo'. Otro, Milei por prohibir el lenguaje gilipollas en la administración argentina.
4- ¿Pasará Armengol directamente de la presidencia del Congreso al Grupo Mixto? ¿Será amnistiada junto a sus amigos nacionalistas?
5- Un empujoncito más del fugado de Waterloo al sanchismo y ya todo se irá al carajo.
6- Sánchez, El Manipulador: «Como todo el mundo sabe, el independentismo catalán no es terrorismo». Pero sus violencias y delincuencias ilegales sí lo son, querido. El Supremo por unanimidad.
7- «Son demasiados los que se atreven a predicar sobre el delito de terrorismo sin tener ni (p) idea del contenido de los artículos 573 y 573 bis del Código Penal, ni de la jurisprudencia que los aplica y desarrolla. Demasiados en cantidad y en necedad». (Prensa libre)
8- Advertencia contra atracos: Bar Cristal, Pl. España, Palma (en obras): un vino blanco 4,20 euros. En frente, en la antigua estación de trenes, local Andana, copa de vino 7,00 euros. Un robatorum.
9- ¿Dónde está Kate (Middleton)? Uno de los misterios más misteriosos de la tierra de Agatha Christie.
10- «The Objetive»: «La sombra de la malversación que se cierne sobre varios ministros priva de cualquier legitimidad ética al Gobierno para amnistiar a otros malversadores».