Si estás leyendo noticias económicas, las declaraciones de algún político o análisis sociológicos, y de pronto empiezan a parecer muchos subjuntivos, verbos condicionales y vaguedades en general, enseguida te das cuenta de que alguien no sabe exactamente lo que está diciendo, por más énfasis que ponga. Esto se nota también, muy especialmente, en los textos de divulgación científica, donde mientras los verbos está en presente o pretérito imperfecto, vas tan contento y entendiendo las cosas, hasta que en un punto dado, más o menos hacia la mitad de la exposición, comienzan a brotar los condicionales (podría, habría, sería, significaría), y las expresiones «si hubiera…», «si esto se confirmase…», «si considerásemos tal o cual...», «se podría inferir que…», etcétera. Y ahí ya empezamos a entender menos. Todo se lía y se descompone. Los tiempos del verbo lo son todo, no solo el pasado y el futuro, y en ellos reside la realidad. Y la irrealidad. El subjuntivo es un tiempo maravilloso, que como únicamente existe en la mente humana, resulta imprescindible en literatura y filosofía, a las que dotan de ambigüedad y complejidad, pero no tanto en política, periodismo o ciencia. Estas disciplinas, así como la economía, admiten algunos subjuntivos para salir del paso, pero no tantos, por favor. Ahora mismo, y desde hace meses, vivimos bajo el imperio totalitario de los subjuntivos, y no salimos de ese resbaloso tiempo verbal.
Demasiados subjuntivos
08/09/23 4:01
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