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¿Cómo están queridos lectores? Espero que con la energía a tope y produciendo más adrenalina que Elon Musk cuando despide gente. Vamos a bocajarro después de la coma, según los datos del Servicio de Cambio Climático Copérnico de la Unión Europea julio del 2023 ha sido el mes más caluroso en toda la historia. ¡Señoras y señores bienvenidos a la era de la ebullición! Viendo los datos recomiendo que la próxima vez que compartan paella con algún negacionista del cambio climático le metan una chancla en la boca para taponar su diarrea mental, háganlo con cariño y delicadeza, pero háganlo, porque si además de sudar la gota gorda las 24 horas del día tenemos que aguantar las charlas de los encefalogramas planos, apaga y vámonos. Además sé que es lo que hace mi admirado John Wilson.

Para quienes no sepan quién es el profesor John Wilson les remito a mis artículos de agosto del año pasado y a las noticias del cierre de playas en Menorca por vertidos fecales. Mr. Wilson es, entre otras muchísimas cosas, un gran aficionado al buffet del desayuno de los hoteles del Mediterráneo, y digamos que tras ingestas mastodónticas sus evacuaciones son legendarias. John Wilson y un servidor tenemos    una curiosa amistad que arranca en los tiempos en que el profesor ponía en su sitio a un repelente cayetano que comparaba Menorca con las Sheychelles, también compartimos admiración por Indiana Jones - nazis caca- y una fe inquebrantable en el poder de la cerveza, sobre todo si hablamos de la Grahame Pearce de Sant Climent.

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Hace apenas dos días quedé con el multipremiado profesor en una terraza apartada y discreta para que me contara todos los trabajos de investigación que ha estado haciendo para su canal de YouTube «Wilsontherapy. A lot of beer». John Wilson es el único youtuber que nunca te dice que le des like y que te suscribas dándole a la campanita, igual por eso tiene menos suscriptores que un rey principios morales.

Me contó, por ejemplo, que la periodista Ana Rosa fue abducida por una nave alienígena cuando paseaba por el madrileño barrio de Usera hace más de dos décadas, y desde entonces su cuerpo lo habita un extraterrestre del planeta «3Reich», que aprovecha su camuflaje humano para incitar a la Humanidad a su autodestrucción. Su investigación le llevó a comprobar, sin atisbo de duda, que muchos de los personajes mediáticos y voceros de opinión son en realidad alienígenas invasores. Hollywood ya intentó destapar este complot rodando documentales como «Men in Black», pero la gente se lo tomó a cachondeo. Parece que ahora el Pentágono y la CIA reconocen abiertamente que seres de otros planetas están entre nosotros, y que no son más inteligentes. De hecho, se sabe que la vida inteligente proveniente de otras galaxias que le ha echado un vistazo a la Tierra han visto como está el panorama y se han ido cagando estrellas fugaces lo más lejos posible.

El profesor me contó que eso explicaría por qué hay supuestos «seres humanos» antifeministas, u homófobos, o que odian a los pobres más    que a los corruptos explotadores, es porque al estar hechos de una materia viscosa, aún no identificada, les es imposible desarrollar cualidades humanas como la empatía y la solidaridad. La conversación se extendió durante horas ante una larga ristra de cañas y tapas varias, así que es imposible resumirla en 3.500 caracteres. Prometo seguir informando con la misma credibilidad con la que lo hace la mayoría de la prensa. No descarten un Pulitzer. Lúpulo y feliz jueves.