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De las buenas y malas noticias, pero no pienso ni rozar las malas que para esos están los sembradores de sombras.    Ayer se acabaron los mundiales de fútbol y como buen opio que son, nos han mantenido algo alejado de los problemas aunque sea de forma ficticia por que los problemas están ahí, cerca, a la vuelta de la esquina, dentro de nosotros mismos.

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Y empezamos ahora la semana mágica de la Navidad. En tres días vamos a saber si el Gordo nos ha sonreído, si se van a poder tapar agujeros como suele decirse, o vamos a seguir siendo lo que éramos la semana pasada, un montón de individuos soñadores y con la esperanza aparcada hasta una nueva ocasión. Y dos saltos más y nos plantaremos en Navidad.    No sé ustedes, pero yo le tengo un cierto cariño a estas fechas, imagino que es por hambre de luces multicolores, por recordar a quienes ya no están entre nosotros y por rodearnos de nuestro seres más queridos y como no, no lo olvidemos, también son fechas para que los lobos hagan su papel de corderos en el conocido escenario de la falsa bondad, pero que diablos, la Nochebuena es buena porque sí y no voy a ser yo, por mucho que algunos se lo propongan, que haga que dejar de serlo.

Sean felices amigos lectores, rían, canten y bailen que eso de momento está exento de impuestos.