¿Cómo están queridos lectores? Espero que hidratados y vitaminados para resistir lo mejor posible la ola de agotamiento que azota desde hace ya demasiado tiempo, y que quede claro, porque estamos todos algo espesos, que no hablo solo del cansancio provocado por el clima, hablo también de la fatiga provocada por una sociedad enfermita que corre como loca hacia un muro de hormigón y se va a pegar una hostia monumental, de hecho ya se la está dando, y no tendremos suficientes cajas de tiritas para taponar semejante hemorragia.
Estamos asistiendo en nuestra bella roca del Mediterráneo a la desaparición rápida y cruel de la payesía, en aras de convertir la isla entera en un inmenso «hotel boutique», u «hotel con encanto», en base a tanto «encanto» por metro cuadrado nos vamos a quedar sin belleza, ni hermosura que ofrecer. Sin olvidarnos que esos hoteles encantadores se van a quedar sin los famosos productos kilometro cero para elaborar esa alta cocina de la que presumen. Me llama la atención que los grandes defensores de las tradiciones más añejas y casposas no pongan el grito en el cielo cuando ven morir de esta manera una parte del alma menorquina. Muchos de banderita y testosterona dicen que defienden el campo y sus tradiciones, pero se bajan sus pantalones de caza en cuanto llega un francés con pasta y monta un hotelito con jacuzzi y pista de pádel, esto es así y no merece la pena gastar ni una palabra más en discutir obviedades.
Venga, seamos explícitos y mojémonos hasta la coronilla, estar en contra del turismo termita no es estar en contra del turismo, ¿cuántas veces habrá que repetir lo mismo para que las mentes obtusas dejen de lanzar fakes idiotas sobre este tema? Joder, que nos estamos quedando sin agua, que varios ayuntamientos de la isla ya han dicho que la cosa está muy fea y que los pozos no dan más de sí, porque además no ha llovido una mierda, y este nivel de consumo desaforado no se puede mantener. Que vamos a tener que reciclar nuestra propia orina para beber o limpiarnos con toallitas húmedas, tan buenas para el medio ambiente, porque de la ducha no saldrá más que un ruido a cañería vacía. Ríete tú, pero no va a quedar agua ni para elaborar las «pomada» de fiestas, verás como llegado ese momento más de uno saldrá la calle a exigir sus derechos: «Quítame la sanidad, quítame la educación, quítame todos los derechos que te salgan de las narices, pero como me dejes sin mi pomada te arranco la cabeza, ‘libertaaaaad'».
Ojo, que yo, que venero a mi único y verdadero Dios el lúpulo, no soy quien para dar consejos a nadie, al fin y al cabo ya saben ustedes que los gurús de cualquier cosa me dan más repelús que a Ferreras decir la verdad, que a un rey trabajar, que a un argentino una ensalada de tofu. Los coaches y líderes de cualquier tipo me tiran más para atrás que al gobierno chino los derechos humanos, que a un sátrapa neoliberal las teorías de Bakunin, o que a una top model comer hidratos para cenar. Huyo de la mitomanía como un gato del agua, como un nazi de la cultura y del sentido común, como un clasista de la igualdad de oportunidades y como Superman de la kriptonita.
Siento dolor y pena al reconocerlo, pero creo que la gente que acuño aquello de «Menorca, reserva de la billetera» tenía razón, porque lo de «Reserva de la Biosfera» suena a fracaso y a chiste malo. Dicho lo cual cerramos, no sin antes desearles que encuentren un lugar fresquito y que sean imaginativos para intentar que la cerveza no se caliente. Feliz jueves.
conderechoareplicamenorca@gmail.com