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A las víctimas del 11M…

Descubres, de forma tardía, «Jueves», una extraordinaria canción de La oreja de Van Gogh. Y, sin poder ni querer remediarlo, la melodía te retrotrae a tus años de docencia cuando les preguntabas a tus alumnos: «¿quiénes de vosotros leen poesía?» El «no» obtenía, siempre, mayoría absoluta. Únicamente unos pocos se atrevían a confesar su querencia por ella. Solían ser siempre chicas, porque los muchachos, víctimas de una educación machista no caducada, entendían que esa actividad era -como te dijo uno- «cosa de maricas». Entonces les espetabas que mentían, que absolutamente todos, no solo leían poesías, sino que las memorizaban e, incluso, recitaban… Se quedaban, en esa tesitura, pasmados… «La letra de cualquier canción es un poema» -clarificabas-. Evidentemente, no te referías al ‘reguetón'… Y, para rematar faena, elegías una pieza con solera y realizabais, juntos, un comentario de texto…

«Jueves», sí, te recordó esa metodología… Y estás hoy convencido (uno nunca deja de ejercer), de que esa obra maestra les habría conmovido... La adolescencia -lo sabes- es una etapa de la vida proclive a los buenos sentimientos. Solo es necesario despertarlos…

«Jueves» describe, con una enorme sutileza -la buena literatura consiste, generalmente, en decir sin decir, en apenas apuntalar una idea o un sentimiento para que el lector haga el resto- la historia real (se basa en un diario hallado junto al cadáver de una muchacha) de unos adolescentes enamorados que viajaban diariamente en el mismo tren y que, en el preciso momento en que vieron como su amor era inesperada y mutuamente correspondido, recibieron el inesperado zarpazo de la demencia terrorista. 11 de Marzo de 2004.    Hora punta. AtochaNada se explicita. Pero todo está ahí para los buenos entendedores (¡Ah, el aprendizaje de las Humanidades, hoy voluntariamente infravalorado por el gobierno!): «Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado/ Un día especial este once de marzo…».

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La letra/el poema reza así: «Si fuera más guapa y un poco más lista/ Si fuera especial, si fuera de revista/ Tendría el valor de cruzar el vagón/ Y preguntarte: ¿quién eres?/ Te sientas en frente y ni te imaginas/ Que llevo, por ti, mi falda más bonita/ Y al verte lanzar un bostezo al cristal/Se inundan mis pupilas(…)/ Y así pasan los días, de lunes a viernes/ Como las golondrinas del poema de Bécquer/ De estación a estación, en frente tú y yo/ Va y viene el silencio(…)/ Y entonces ocurre, despiertan mis labios/ pronuncian tu nombre tartamudeando(…)/ Pero el tiempo se para y te acercas diciendo:/ «Yo aún no te conozco/ y ya te echaba de menos/ Cada mañana rechazo el directo/ Y elijo este tren»(…)/ Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado/ Un día especial este once de marzo/ Me tomas la mano, llegamos a un túnel/ Que apaga la luz/ Te encuentro la cara, gracias a mis manos/ Me vuelvo valiente y te beso en los labios/ Dices que me quieres y yo te regalo/ El último soplo de mi corazón».

¡Genial! Con esa ternura que no tuvieron los dos grandes partidos del país en ese 11 M, al utilizar, ambos, y de diferente manera, por intereses electoralistas, la tragedia de ciento noventa y tres muertos… ¡Vomitivo!

Se habrían emocionado, sí, tus alumnos. Das fe. Como se continúan emocionando quienes escuchan el vídeo oficial de la canción y en el que no aparecen los componentes del grupo, sino multitud de personas anónimas, de distintos sexos, razas y edades para añadir a ese prodigio musical otro mensaje subliminal: las víctimas no son herramientas, ni números, sino personas con nombres y apellidos concretos, con vidas únicas…

Pero todo gobierno no urge de ciudadanos sensibles, sino de simples marionetas… Por eso se arrinconan paulatinamente las Humanidades, por eso se les dice a los estudiantes que estudien sin que se les haya previamente enseñado a estudiar, por eso las asignaturas son compartimentos estancos, por eso fracasa siempre la enseñanza inter- disciplinar, por eso tantas cosas…

Y por eso, sí,  os va como os va…