Una noble intención guía sin duda la idea de compra municipal del viejo edificio de Correos en Mahón. El Ayuntamiento gana espacio para funcionarios y evita otra ruina en el casco urbano. Bien, pero a qué coste.
El viejo hospital Verge del Toro, ejemplo de arquitectura franquista, una mole de impacto en la cornisa portuaria, pudo haberse derribado y en su lugar construir un edificio horizontal más moderno y funcional por la cuarta parte de los 20 millones que finalmente costará su conversión en edificio de servicios sociales.
La Sala Augusta incrementa su angustia de futuro musical con auditorio enterrado a 12 metros y cada vez más lejanas expectativas de algo. El antiguo hospital militar fue subastado y se dejó caer en manos de la especulación. Hace más de una década que derrama ruina a la entrada de la ciudad. Otro tanto ocurre con el cuartel de la Esplanada.
El Ayuntamiento, con razón, reclama una concesión porque al fin y al cabo es un edificio público, bueno, del Ministerio de Defensa, que siempre ha sido un caso aparte. Aunque fuera cedido, su conversión útil requerirá una fuerte inversión, de modo que estamos donde estábamos.
Sirve el ejemplo del cuartel de Santiago, cedido en julio de 1988 por el entonces ministro Narcís Serra, al que en 34 años apenas se ha sacado rendimiento. Es un mal precedente, quizás pudo descentralizarse parte de la burocracia municipal, es lugar con mejor accesibilidad, motivo por el que Correos ha abandonado el centro, cada vez más despoblado e inaccesible por la propia política municipal, que es centrípeta en oposición al hábito centrífugo del nuevo vecindario, que prefiere establecerse en la periferia.
Antes de comprar más ruina, eufemísticamente patrimonio, deberían revisarse los criterios y tener un plan (otro, el que faltaba) claro de rentabilidad y usos.