Ciutadella. 5 de Noviembre. Cercle Artístic. Josep Pons Fraga, editor del MENORCA, efectúa un exhaustivo y lúcido repaso a la historia del rotativo con motivo de su octogésimo aniversario y lanza a los asistentes una pregunta oportuna que invita a la reflexión: «Com seria Menorca sense «Es Diari»? Permeteu-me que avui, quan commemoram aquests 80 anys, vos demani si heu pensat alguna vegada com seria sa nostra Illa sense es diari MENORCA, vull dir si es dematí, a ca vostra, en es bar o sa cafeteria on soleu anar, en es despatx… no hi hagués s'exemplar del «MENORCA».» Para ti la respuesta solo puede ser: una Menorca impensable. Y es que «Es Diari» viene a ser como una droga benigna que crea una seria dependencia.
- Podrías poner infinidad de ejemplos paradigmáticos –te dices-.
Pero optas por el que, quizás, sea más claro y, a la par, más divertido.
Érase una vez en un bar… Los «parroquianos», tras unos anémicos «¡Buenos días!» y, generalmente, un «¡Lo de siempre!» recorren, sin disimulo, el local, en busca de un ejemplar del MENORCA… X contempla, hoy, como no ha tenido suerte. Tres compañeros de tempranos amaneceres se le han adelantado. «¿Quién da la vez?» –bromea-. Algún gruñido por respuesta. Lo malo es que uno de los ávidos consumidores es don Parsimonia, un anciano, con todo el tiempo del mundo por montera, que no lee el periódico, sino que lo paladea. Para más inri, otro de los lectores es don Sade, un auténcico torturador que hace gala de su nombre. Sade devora «Es Diari» pero, si se percata de que alguien aguarda un ejemplar, con un sadismo propio de Hannibal Lecter, lo cierra para abrirlo, nuevamente y repasarlo con fruición para jorobar a los que esperan. Luego está Bocachanclas, ese que, con un ejemplar retenido, se dedica a comentar con el vecino cada una de las noticias, aportando -¡natural!- su particular salsita. Más que un consumidor es un tertuliano frustrado. Por no hablar de don Cenizo, que siente una extraña querencia por las esquelas. De hecho, no todo el mundo abre «Es Diari» por la misma página. Don Cenizo lo hace, imperturbablemente, por las últimas páginas. Y, tras comprobar que su nombre no aparece junto a una Cruz, lanza al aire, tras un silbido de alivio, originalísimas frases: «¡No somos nadie!»… «Era tant jove, tan sols tenia 102 anys…» Don Juez, sin embargo, opta por la sección deportiva y pone, oralmente, orden a tanto caos dominguero/arbitral. Pero el que joroba, de verdad, es don Hipotenusa, que se dedica, estoicamente, a rellenar el autodefinido. Y aunque la camarera, una verdadera santa de inefable paciencia, lo llama al orden, don Hipotenusa sigue en sus trece porque, como él mismo dice, «¿dónde está escrito que un cliente no pueda rellenar en una cafetería los pasatiempos de un diario?» Por no hablar de doña Pitonisa, que aborda los horóscopos para averiguar si debe, ese día, quedarse encerrada en casa o no… Pero algo los une: su querencia por esas páginas, por ese ser de papel que les acompaña en amanecida, en sus vidas, día a día… No se las imaginarían sin él…
En este martes de Diciembre, X lo tiene mal… ¡Y es que Es Menorca, al igual que el café, tiene un sabor especial en un bar!
«Es Diari» es, a la postre, una droga, sí, una de las pocas que no resulta lesiva, de la que podéis abusar, pero no prescindir. Es la que os hace sentir miembros, desde hace ochenta años de heroísmo, de una misma comunidad… Es la que guarda celosamente vuestra intrahistoria. Es la que se congratula con vuestros éxitos y se solidariza con vuestros lamentos. Es la que no entiende de colores, porque en su composición están todos, unidos por el debido respeto. Ahí estáis también vosotros y cuántos os precedieron: allí vuestros/sus natalicios, sus bodas, sus fotos, sus aniversarios, sus quehaceres diarios, su eternidad en el seno de una silente y conmovedora hemeroteca. Y una foto de tu padre… Un tipo de inmortalidad. Os une un paisaje. Os une una lengua. Os une una forma de ser. Y os une, desde hace ocho décadas, afortunadamente, un conmovedor Es diari…