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A todos los alcaldes de tu ciudad, sin excepción…

Las buscabas. Eran tres. Y buscabas, sí, su sombra. Te sentaste en el Claustro de San Francisco. Se presentaba la revista de las «Festes de la Mare de Déu de Gràcia». A tu vera, como en los dos primeros versos de la canción de Lola Flores, dormitaban tres sillas vacías. ¿Serán para ellas? Pero no… ¡De momento!

Te sentiste feliz. Tus piernas, ese día, te respondieron. Y, entonces, gracias a ellas, súbitamente, te reencontraste con gente buena, extraordinaria. Con Águeda Reynés, esa alcaldesa con la que, quizás, probablemente, seguro, no fuisteis -y lo sabéis- justos. O con Héctor, que se lamentaba por no haber podido vivir unas Festes de Gràcia «com cal».

Había emoción en sus ojos. Y, en esos ojos, el mejor pregón... La Mare de Déu de Gracia hará -seguro- que las próximas Festes de Gràcia, sean espléndidas. Puede que, incluso, Ella hoy se ría de esa polémica en la que la han metido... O en esa otra en la que la ciudad cambia a tenor de una «h» que no mutará, en belleza, la hermosura de unas calles o la lágrima de un maonès, mahonés... La vida es muy corta como para desmenuzarla en pequeñas cosas que separan, pero que jamás unen...

Por no hablar de Arturo Bagur... ¡Y de tantos! Como de Rafael Timoner que se convirtió para ti en un padre putativo y te ayudó en esas primeras crónicas de un chaval metido a novato periodista... ¡Hemos tenido mucha suerte con ellos/con ellas! ¡Qué suerte habéis tenido los mahoneses /maoneses con vuestros alcaldes y alcaldesas!

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Las sigues buscando, sí... Las sillas siguen vacías. ¿Dónde estarán? ¿Las encontrarás? Y entonces, de repente, como en la canción «Durante una mirada» -que les recomiendas- de «La Oreja de Van Gogh» las encuentras…

Tomas, para tu artículo, unos versos suyos, prestados, en la esperanza de que no te pidan derechos de autor…

«Y entonces de repente, te veo entre la gente/
Durante una mirada, el Universo se detiene/
Volvemos a estar juntos y el alma se nos prende/
De pronto comprendemos que lo nuestro es para siempre.../
Cambias el singular por el plural. A la postre, son tres...
Y entonces de repente, os veo entre la gente. Durante una mirada, el Universo se detiene
Volvemos a estar juntos y el alma se nos prende
De pronto comprendemos que lo nuestro es para siempre...

Y vas y miras esas tres sillas antes vacías... ¡Uf! Están ahí... Se denominan democracia, tolerancia y bondad... Las que has encontrado al final gracias a un mágico sonido de un «fabiol» y a ese «Es Diari» sin el cual no concebirías tu vida... Esas que anidaron siempre en el corazón de vuestros alcaldes y alcaldesas. Les deseas a esas tres mujeres una larga vida, mientras un fabiol, en esa noche màgica, sigue y seguirá obrando milagros... Estás seguro de que cuando sonó, en un silencio impensable, todos sentisteis lo mismo... Que eráis, desde la diversidad, uno... Héctor, de verdad, ¡qué fiestas tan hermosas! En ese momento, cuando ese «fabiol» emitió su primer sonido, todos estuvisteis en estado de gracia...

Ojalá, de repente, de repente, sí -lo iteras- el Universo se detenga. Y que lo haga más a menudo, como se detuvo en ese segundo volátil, mágico. Ojalá que volváis, independientemente de vuestra forma de pensar, a estar juntos y que ese instante en el que un sonido, un «fabiol», obró un prodigio os dé a entender que lo vuestro era, es, ha de ser para siempre.