Normalmente, a la doma sigue la monta. Me gustaría señalar algunos matices dentro de cierta incómoda escalada de mi personal desazón en lo referido al proceso de doma y monta que venimos padeciendo y que sobrellevamos en silencio parejo al que suele acompañar el curso de un buen hemorroide.
Matiz 1.- A pesar de haber sido domado en estilo clásico, algo debió de salir mal: ni soy crédulo, ni franquista, ni rojo, ni de Vox, ni madriñelista, ni de Ciudadanos, ni del PSOE, ni nacionalista español, ni podemita, ni siquiera apolítico, anarquista o conspiranoico. A pesar de ello vengo siendo montado por tipos que creen tan poco en los mantras que repiten a diario como yo mismo descreo. Te preguntarás que en qué sentido me montan; pues en uno bastante doloroso: sufro su zafiedad e incompetencia mientras cubro sus gastos.
Matiz 2.- He conocido y conozco políticos honestos y con afán de servicio. Por mis circunstancias esa calificación la puedo asignar de primera mano a varios políticos menorquines que he tratado y cuyos actos (no solo sus palabras) he podido seguir de cerca. A modo de ejemplo, citaré a un excelente cocinero, ex cargo político local cuyo buen hacer en su propio negocio demuestra muchas cosas, entre otras que no necesita chupar de la gran teta para ser feliz; también pondría la mano en el fuego por escasos políticos a nivel nacional, cuya trayectoria posterior a su estancia en primera línea parece indicar que su paso por la responsabilidad política era vocacional. Casualmente varios de estos últimos frecuentan Menorca y he podido mostrarles mi reconocimiento atendiéndoles con franca cordialidad durante las ocasiones en que han visitado el restaurante que regento; curiosamente, pertenecen a una generación que supera ligeramente mi edad.
Matiz 3.- Si alguien tan juicioso e informado como Pedro Bosch nos habla en su último y excelente «Dietario» de «autoridades irresponsables» y «cortoplacistas», es que la curva de la desfachatez sigue vertical. Personalmente pienso que no estamos ni siquiera cerca del pico de esta particular epidemia de políticos cutres, eficientes solo a la hora de arrimar el ascua a su sardina, o su sardina al gran ascua de la gestión meramente partidista de los espacios ínter electorales, que es en lo que están convirtiendo con paso firme nuestra democracia.
Solución: lamentablemente la ignoro.
No obstante tengo una idea.
Me gustaría saber qué sucedería si creáramos una plataforma sin líderes que se presentase a las elecciones con el único programa de recoger los votos de quienes, como yo, piensen que ya está bien de caraduras sufragados.
Quien votara a tal plataforma estaría expresando con su voto:
Soy demócrata, ni quiero abstenerme ni emitir un voto nulo. Voto a esta opción para mostrar mi descontento, con el deseo expreso de que toda la actual élite política en el gobierno y en la oposición abandone sus cargos y pruebe a buscarse la vida en el mundo real como hacemos todos. Voto para que nuevos políticos intenten hacerlo mejor, esto es, velen por su país en vez de limitarse a dorar la píldora al partido que les ha puesto en la lista. Voto por que estos nuevos políticos respondan a las preguntas sin patéticos circunloquios evasivos, reconozcan sus errores (de haberlos) y tengan una mínima capacitación para encargarse de las áreas que se les asignen.
Y, ¿qué pasaría si esta plataforma obtuviera un número muy elevado de votos?
Pues que si quedara algo de dignidad en nuestros amados líderes (cosa que dudo de todo corazón) tendrían que reaccionar a semejante bofetada haciendo mutis por el foro.
Ahora entramos en el capítulo de problemas.
Problema 1.- Apuesto a que cuesta una pasta gansa y un papeleo descomunal presentar a las elecciones una plataforma nueva y dar a conocer sus fines a la población.
Problema 2.- Bastantes de los afectados por el actual estado de las cosas se nutren voluntaria y preferentemente de vídeos rápidos, cotilleos de influencers y de airadas disputas entre sujetos profundamente ignorantes e insustanciales.
Capítulo dedicado a la esperanza:
Esperanza 1.- La esperanza es lo último que se pierde.