Temes -¡ojalá te equivoques!- que, a partir de otoño, surja otra pandemia, no física, pero sí moral. Vendrán -¡ojalá te equivoques!, repites- tiempos difíciles en términos económicos y, también, en términos sociales y de convivencia. Te refieres a la ira, a la irascibilidad que suele producir el descontento. Y, de ese mal, deberéis salvaros vosotros mismos. Y vacunaros ya, ahora, preventivamente. En esa labor estaréis/estaremos absolutamente solos… De esa epidemia ya van apareciendo algunos brotes. En tertulias de bar oyes conversaciones en las que el racismo ha arreciado. En charlas espontáneas surgen reacciones y faltas de respeto hace poco inauditas. De lo puntual, se pasa a lo genérico sin criterio alguno. De la borrachera de algunos jóvenes se pasa al procesamiento de la juventud en su conjunto. Sin defensa, ni apelación, pero sí con condena. Un odio soterrado aflora hacia los ancianos por parte de aquellos que, estúpidamente, ven hoy lejano ese horizonte en el que, tarde o temprano, se situarán. Se efectúan proclamas golpistas y se añoran atroces años dictatoriales. Se buscan salvadores que abran las aguas de los mares. Y, también, un báculo único que, sostenido por quien se pone el mundo/democracia por montera, la saja e impone su ley… Algunas tertulias, algunas aseveraciones que nacen y medran en los incultos e insanos corazones de muchos, aterrorizan… Puede que únicamente sea el principio de un mañana inminente…
Contigo mismo
Inminentes tiempos de ira
11/08/20 1:06
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