No puede decirse que el año comience repleto de expectativas para mejorar nuestro estado de derecho en manos de quienes van a ejercer el gobierno que nace semioculto como temeroso de su reconocimiento en medio de la fiesta de reyes. Pueden hacernos todas las promesas que crean oportunas para tratar de inyectar una ilusión desvanecida a fuerza de hechos, que no de palabras, pero el mensaje ya llega distorsionado, vacío. Y lo hace no solo por las dudas de la capacidad de quienes van a repartirse las carteras sino por la nula transparencia que ofrecen los mismos que hacían de ella su bandera en cuanto llegaran al poder. El presidente impide la entrada a los periodistas para evitar preguntas incómodas y ejerce la política de hechos consumados.
Adiós a las armas
Cuestión de confianza
03/01/20 0:00
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