Puedes llamarle X. Ustedes sustituyan esa X por un ser querido. X huye de Z, un país. Las posibilidades son infinitas. ¿Libia? X padece los síntomas de un mal del que desconoce sus causas. X probablemente no sabe que hay naciones –entre ellas la vuestra, que ocupa la séptima posición- que fabrican armas. Lo que implica, ¡natural!, su necesidad de venderlas. No obstante, nadie adquiere lo que no necesita. Urge un conflicto.
X no conoce al Mariscal Jalifa Hafter –apoyado por la «civilizada» Francia y la indescriptible Rusia-, ni su enfrentamiento con el GNA (Gobierno de Unidad Nacional libio) del que Italia es ferviente defensora… La UE enfrentada mediante terceros… Y, a pesar de su ignorancia, X –pudo ser usted mismo, o su hijo, o su nieto si las circunstancias de Ortega hubieran sido otras- sufre lo indecible a causa de esos dos bandos. Un mal extremo que le empuja a jugársela en una patera y a engordar a unas mafias no eficazmente combatidas… Ante una muerte segura, X ha optado por una muerte probable. ¿Quién se la juega por puro placer? X se convierte, pues, para la culta Europa, en un molesto grano en el culo. Si le acoge Italia, el GNA se sentirá molesto. Y si quien se apiada de él (¿su hija en estado?) es Francia, el hombre fuerte libanés, el Mariscal Hafter, algo tendrá que decir al respecto. Por cierto: Francia e Italia son, respectivamente, las potencias segunda y novena en la venta de armamento…
X son 134. Y en Z (¿Libia?) aguardan otros ochocientos mil que anhelan su particular migración, porque en ello se les va algo tan inane como su propia existencia y la de los suyos (¿La de su nieto recién nacido?)
La UE es, hoy, Pilatos. Y la ONU - como siempre- un payaso sin guion y, lo que es peor, sin acción… Una ONU senil que ha olvidado aquello de: «Brindar auxilio a quienes se encuentran en peligro de muerte en el mar es una obligación consagrada en el Derecho Internacional, en particular por la Convención de la ONU sobre el Derecho del Mar (Convención Convemar) de 1982, por el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (Convenio Solas) de 1974 y por el Convenio Internacional sobre Búsqueda y Salvamento Marítimos (Convenio SAR) de 1979» o eso otro: «La ley dice que si alguien rescata a unas personas tiene que llevarlas al puerto seguro más cercano, y Libia no es un puerto seguro porque es un país en guerra»…
X (¿su hijo?) no es consciente –a pesar de que ahí radica su cáncer- de que el 45,2 % de la riqueza mundial está en manos de, solo, un 0'7 % de la población y que el 71% de la misma únicamente accede al 3% de la citada riqueza…El 1% de los ricos acumula el 82% del «tesoro». X (¿su hermano?) no habrá leído tampoco a Quevedo cuando hablaba de un poderoso caballero llamado don dinero…
Porque, a la postre, todo acaba reduciéndose a eso…
-¿Qué me dice usted del efecto llamada? ¿Podemos cobijarlos a todos? –objetarán-.
Y usted tendrá razón. Y usted no tendrá La Razón. Por mera caridad –y cambias de persona gramatical- acojamos a X y a 134 X más. Luego –y es que eres un verdadero gilipollas- acabemos con la industria armamentística. Tal vez, en ese caso, los conflictos se desarrollen con canutos de boli y arroz, que suelen doler menos. Y, ya puestos, distribuyamos equitativamente los bienes que, en los orígenes, nos fueron dados; redactemos un plan consensuado sobre la migración movidos, no por caridad, sino por justicia y dejemos, desde nuestro civilizado continente, de apoyar a mariscales y dictadores… De hacerlo, habremos arrasado, como magnífico efecto colateral, simultáneamente, a las mafias migratorias...
X seguirá entonces, tranquilamente, en su país, en Z (¿Libia?) y ni en uno de sus más esperpénticos sueños se le antojará poner sus pies en una patera, por, hoy, innecesaria…
X tal vez haya muerto ya… ¿Quién pudo ser? ¿Su hijo? ¿Su nieto? ¿Su…?
Pero Pilatos y el payaso de la ONU siguen ahí, mirando hacia otro lado… Y es que el Mediterráneo ya no es el de Serrat…