Las doce, la una, las dos de la madrugada..., las lucecitas del reloj digital iluminan, implacables, las horas de sueño perdidas. El calor es enganchoso, es imposible desprenderse de él, no corre un pelo de aire y las ventanas abiertas, en lugar de dejar entrar la brisa que adormece solo dejan paso al sonido de alguna verbena-concierto veraniego, las carcajadas de los que se retiran y caminan por la calle, chapuzones nocturnos en alguna piscina del vecindario, las voces gritonas animadas por las copas y los restos de la barbacoa de la cena al aire libre, o la comida, que hay quien pierde la noción del tiempo. Son las noches de verano, divertidas cuando uno forma parte de la fiesta, una tortura cuando el despertador está programado, un día laboral cualquiera aunque sea agosto, a las 6 o las 7 de la mañana.
Vía libre
Noches de verano
13/08/19 0:40
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