Hasta ahora solo teníamos tres posibilidades de alcanzar algo parecido a la inmortalidad, si por ésta se entiende trascender los límites del tiempo, no estar gozando infinitamente de los placeres físicos y mundanos. Desde luego la fe religiosa en una vida más allá, en la continuidad del alma. Otra es la descendencia, tener hijos, es una manera de dejar nuestra huella genética, de que alguien en el futuro repita nuestro gesto, nuestra mirada, nos recuerde..., porque la preservación de la especie está hoy más que garantizada. Por último, están las obras y actos en vida que permiten que años y generaciones después, un artista, un gobernante, un creador y su legado, perduren, formen parte de la historia. Eternidad, solo mencionar la palabra ya produce escalofríos, aunque ahora una empresa en Valencia – con una inspección ya abierta por la Generalitat–, se propone hacer que suene a negocio.
Vía libre
Vivir para siempre
08/01/19 0:21
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