Quizás muchos de ustedes (convecinos de los muelles) no sepan que el puerto entero ha pasado de ser zona residencial a zona de ocio. Les aclararé que este cambio supone en la práctica para ustedes una pérdida en al menos dos sentidos: su descanso nocturno se devaluará tanto como el precio de sus casas.
Esta inquietud me ha llevado a elevar mi queja a través de esta columna a las autoridades responsables del -según mi criterio- descabellado atropello.
Recientemente el Ayuntamiento se ha mostrado receptivo a mi desazón y el señor Pons (1er teniente de Alcaldía) se ha brindado amablemente a escuchar personalmente mi punto de vista. Durante la reunión que mantendremos esta semana le expresaré (creo que a ustedes, vecinos, les puede interesar conocerlo también) los siguientes extremos:
1.- Contrariamente a lo que pueda parecer no soy enemigo. La hemeroteca puede ilustrar sobre algunas coincidencias de criterio que mantuve y mantengo con las formaciones que gobiernan el consistorio: Me posicioné contrario a las rotondas; al igual que ustedes amo Menorca, su paisaje, sus costumbres, sus gentes, su estilo de vida sosegado. No deseo que se parezca a Eivissa, ni a Marbella, ni a ningún otro lugar, venero su idiosincrasia; soy contrario a la masificación, a la depredación del territorio...
2.- Apuesto a que también vamos a coincidir en otro punto: a ustedes y a mí nos irritaría la mera sospecha de que la justicia le hubiera hecho a Urdangarin y a su esposa (por poner un ejemplo) un traje a la medida. Pues imagínese lo que jodería si el Ayuntamiento hubiera declarado mi barrio (Moll de Llevant, del puerto de Mahón) «zona de ocio» para hacerle un traje a la medida a alguien. Por supuesto descarto por impensable que esto pueda haber sucedido aquí. Y es por eso que pediré al edil me traslade la razón de haber tomado tal iniciativa (debe de haberla, y poderosa). La decisión parece extrañísima, toda vez que hablamos de una zona profusamente habitada. La medida convierte el barrio en un lugar potencialmente insalubre (la contaminación acústica, como es bien sabido es algo que afecta negativamente a la salud y la calidad de vida), hace bajar el valor inmobiliario de la zona, dificulta el alquiler, y transmite una imagen del puerto radicalmente contraria a los valores que siempre he pensado que defendía su formación política, y que en todo caso sí defiendo yo.
3.--Nos convendría saber a quién deberemos la merma en nuestra calidad de vida y nuestro patrimonio y quién podría aumentar el suyo a nuestra costa. Nos interesa saber quién ha promovido esta medida, quién la pidió ¿un clamor popular quizás?
4.- Muchos vecinos desconocen aún su nuevo status (vienen sólo en verano, puentes, Semana Santa..)¿Qué creen que sentirán cuando se enfrenten al hecho consumado, cuando se enteren de que alguien ha cambiado la calificación de las viviendas que ellos adquirieron en zona residencial, qué dirán cuando comprueben que desde ahora viven en zona de ocio, esto es, en la merdé?
5.- ¿Cuántos de sus colegas en el consistorio viven al lado de un bar musical?
Le confesaré que quienes vivimos en el puerto aceptamos que se concentren en él (en todos los puertos sucede) restaurantes, heladerías, tiendas, bares que ofrecen copas después de las cenas (con horario y decibelios restringidos).
Le haré partícipe de mi certeza de que de eso a las discotecas hay un abismo que nunca se debió traspasar.
Todo esto le diré al Sr. Pons, escucharé lo que él me tenga que decir a mí y les trasladaré a ustedes en la próxima entrega las impresiones que se deriven del encuentro.
Algo que no le diré, pero que pienso, es que aún recuerdo lo que le costó al PP (no gobierna) el mantenerse firme en la construcción de mega rotondas en contra de la opinión (bastante transversal) de la población. Creo que está agresión difícilmente explicable contra el puerto, sus habitantes, sus visitantes (por tierra y mar), resulta muy dolorosa y humillante para la inmensa mayoría de quienes aquí vivimos y de quienes nos visitan. No estaría de más que nos pusieran en la balanza. Existimos.