Mucho… Os queda la esperanza. Hoy es viernes. Pero no un viernes. Es el viernes. Ese sí, en el que aun anida la utopía. En el patio del Ramis los alumnos recitan poemas en catalán, castellano, árabe, inglés y latín… No lo saben… O sí… Subliminalmente han aprendido hoy que las lenguas no se pelean, tan solo los hombres, los malos hombres, que las utilizan para vertebrar odios… Mientras ellos construyen con palabras la utopía, en algún lugar, en demasiados lugares, alguien mata por razón de sexo, color de la piel, idioma o… Ese alguien nunca leyó un poema…
Viéndolos te reconcilias con la vida, o con el destino, o con lo que sea, a fin de cuentas, esto… Son jóvenes. Son estudiantes. Son porciones de futuro…
El alumno sale a la palestra y recita versos de Machado… Otro hace otro tanto y consigue que las palabras de Espriu revoloteen por el patio hoy iluminado. Otro –perdonad la iteración- habla en árabe. Y nadie ve, en él, a un terrorista. Hubo alguien que habló en ingles… Y, sin embargo, no era Trump…
Hubo libros…
Hubo rosas…
Algunos alumnos recibieron rosas…
Y algunas alumnas, libros…
Progresáis…
Que nadie lo dude…
Minutos antes Don Quijote, en el Salón de Actos, mudaba de nombre – y también Sancho- y se trocaba en Diego Dubón… Daba una conferencia… O, de seguro, una lección de vida… Los mirabas, mientras tanto, a tus alumnos, y veíais lo que eran, lo que son, gramos o toneladas de esperanza.
Ese día tuvo mucho de utopía…
Tenías el placer y el inmerecido honor de presentar a un profesor que marcó, en positivo, tu vida… Alguien que te enseñó que la literatura, amén de placer estético, amén de puerta para vivir tantas vidas, era, y sobre todo, lección de vida…
En el patio del Ramis los alumnos recogen premios…
Y venden –o malvenden- libros…
Y puntos de libros, hechos por ellos mismos…
Y el patio es otro…
Minutos antes, cuando Don Quijote, Diego Dubón, el conferenciante, se sentaba a tu lado, en el Salón de Actos , te los quedaste mirando. A tus alumnos… Y sentiste el vértigo de tu responsabilidad… El mañana ya no es tuyo, pero sí suyo y, a la postre, vuestro…
Ayudadnos a configurarlo…
Padres, madres, gente…
Lo vuestro, ser profesores, es chungo… Tan chungo como hermoso…
Y difícil…
Y se merece un respeto que, en ocasiones, no nos dais…
Somos profesores…
Y, salvo excepciones, dejamos la piel por vuestros hijos…
No estamos en trincheras…
O, en todo caso, en la misma…
El enemigo está fuera… Y hemos de entendernos…
El enemigo está fuera, si… Se denomina, en ocasiones, internet… En otras, amistades peligrosas. Puede que su apellido sea droga. O su nombre racismo…
Eso es lo que os une…
O debería uniros…
Pero ocurra lo que ocurra, en los patios de los centros, seguirá habiendo rosas y libros y testimonios quijotescos, y gentes, igualmente quijotescas, que se empecinarán en mudar a vuestros hijos en esperanza…
Puede que hoy –un día después de este viernes salvífico- alguien, en algún lugar, transmita a vuestros hijos contenidos racistas… Pero ellos recordarán, entonces, que hubo un compañero que, en vez de empuñar un arma, empuñó un poema… Puede que hoy –mañana- algún homófobo les diga que se ha de ser muy macho… Y alguien recordará que a un compañero, se le regaló una rosa… Puede que alguien les diga, sí, que la lengua catalana y castellana no pueden convivir –no pudieron durante el Franquismo- y alguien recuerde, que en una tarima, en el Ramis, alumnos recitaron poemas en ambas lenguas… Las palabras, a la postre, no entienden de mezquindades…
Esa ha sido, es y será vuestra tarea… Y para la que exiges respeto. La tarea de conseguir que un libro, una rosa, varias lenguas y la tolerancia, pululen por un centro docente, que, por eso, a fin de cuentas, se llama así…