Dijo Juan Carlos Zayas, abogado penalista contratado por la familia de Joan Cardona, que los jueces habían considerado las dudas que incluían los argumentos del joven mahonés para desvirtuar su defensa y en cambio habían obviado por completo las que planteaba la acusación concediendo como verdad absoluta la identificación de la mujer.
Esa sería una valoración muy aproximada del proceso que ha acabado con la notificación del ingreso en prisión tras el reciente rechazo del indulto.
Cardona ha tenido que tratar de demostrar su inocencia contra la supuesta certeza de la víctima. La mujer reafirmó que él era su agresor cuando lo tuvo delante en el juicio. A partir de ahí el trabajo de los letrados para invertir la acusación, porque Joan es homosexual, no tiene moto y a la hora de la agresión se encontraba en su casa chateando con el ordenador -aunque esta coartada no la probó irrefutablemente- ha sido inútil.
La justicia no es infalible, puede equivocarse y quizás lo haya hecho en este caso. No parece que Joan Cardona reúna el perfil de agresor sexual, más bien todo lo contrario, aunque hayan sido tres los tribunales que han ratificado la sentencia original del Juzgado de Barcelona. Pero lo han hecho sin profundizar en la respuesta a los puntos de los recursos presentados por los abogados. Las sucesivas resoluciones han sido prácticamente idénticas estando en juego la privación de libertad.
Confirmado su próximo ingreso en prisión, el alcance de la condena es otro punto de debate. Existen cientos de delitos similares, incluso más graves en la jurisprudencia española, algunos también ocurridos en Menorca, castigados con penas no superiores a 2 años que han permitido a sus responsables eludir la cárcel.
A Cardona, sin antecedentes de ningún tipo, no le han rebajado ni un día desde la primera condena por lo que el dictamen de los jueces, a la fuerza, arroja tantas dudas como ha tenido el largo proceso.