Con la frescura que da no la juventud, sino todo lo contrario, los años cumplidos y el estar de vuelta de muchas cosas, un empresario jubilado, Justo Sintes, ha repasado en la sección «Menorca y su gente» la evolución de la industria bisutera. Su análisis de la situación no ha costado miles de euros en consultorías y documentos sesudos, lo ha soltado así sin más, gratuitamente, y ha sido certero, con conocimiento de causa y por haberse 'pateado' ferias y una larga lista de países pero en busca de pedidos, no de turista.
Le preguntan por las causas, a su juicio, de la crisis bisutera, y responde con dos palabras «los chinos». La invasión de productos asiáticos es una realidad, pero no solo en bisutería sino en otros productos que compras por ser de una determinada marca nacional o comunitaria y que, detrás de la etiqueta llevan irremediablemente el 'made in' China o cualquier otro país no europeo, puede ser también Taiwan o Marruecos. Detrás de la queja del empresario están términos como globalización y deslocalización.
A muchos empresarios les va bien producir en países donde la mano de obra es barata, desmontar la empresa local, pero el efecto boomerang es que también se abre la puerta a países que inundan el mercado de productos a precios con los que no pueden competir, y el resultado es el mismo, el desmantelamiento de la industria propia y de puestos de trabajo. De ese agua también beben muchos populismos surgidos en Europa y en Estados Unidos.
La vuelta al proteccionismo puede ser un muy mal negocio para todos, además de parecer ya imposible. Pero lo cierto es que la terciarización de la economía es total y que los titulados que vuelven, no solo a Menorca sino a muchas zonas de España son, como resume este veterano y sin ánimo de ofender, «las nuevas remesas de camareros», eso sí, sobretitulados.