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Me lo imagino meditando sobre si, a petición de la diputada del PSIB Silvia Cano, ha de suprimir o no la emisión, en IB3, de la misa dominical. Y hace bien en darse un tempo, porque la decisión no es baladí. Son muchos –entre los que me cuento- los que han depositado en usted sus esperanzas de cara a la consecución de una televisión plural, objetiva y no supeditada a ninguna ideología concreta. A la postre, no deja de ser un sueño. Una utopía. Le rogaría que, con una decisión errónea, no lo/la quebrara. Por la sencilla razón de que ya se han roto demasiadas expectativas en este país.

Sr. Manresa: no creo en estados con apellidos. No creo, por tanto, en estados católicos, ni en estados laicos; ni en estados heterosexuales, ni en estados homosexuales; ni en madridistas ni culés; ni en conservadores, ni progresistas. Pero sí creo, en cambio, en estados justos, aquellos por los que pulula la equidad y en los que tienen cabida todas las sensibilidades… Las mismas que, en su seno, pueden convivir (vivir con) en armonía.  Estados en los que los cristianos –como cualquier otro colectivo-  han de tener igualmente su lugar… Consecuentemente, una televisión pública, pagada por un magma de contribuyentes (muchos de ellos, católicos), ha de mudarse en reflejo y prolongación de esa nación tolerante y acogedora.

Sr. Manresa: sabemos (de la conciencia nadie huye) que, con frecuencia, tras esa iterada y raída alusión a un «estado laico», no yace sino un odio irracional  y atávico, transmitido letalmente de generación en generación, en burdo e insano anhelo por querer ganar una guerra que algunos creen que perdieron. Hablo de anhelo burdo e insano porque esa guerra, por civil, no la ganó nadie, porque la perdimos todos. Sus protagonistas están muertos. Y dentro de poco, cien años la separarán, afortunadamente,  de nuestro hoy… En este sentido le aconsejo la lectura de «Las guerras de nuestros antepasados» de Miguel Delibes, una novela altamente recomendable en esta España, tan vieja ya y tan cainita…

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Sr. Manresa: le ruego asimismo que, en sus meditaciones, piense en el público que recurre a esas retransmisiones para vivir en IB3 su Fe. En su tipología. Le reto a que los vea. Le pido, encarecidamente, que les ponga nombre y apellidos. Son ancianos y ancianas, algunos de ellos en los umbrales de la muerte; son enfermos, algunos de ellos, incluso, terminales. Son inválidos. Son personas solitarias con problemas de movilidad… Y pregúntele luego a doña Silvia Cano dónde queda, pues, en este asunto, la sensibilidad social tan cacareada por el PSOE; dónde su preocupación por los más débiles; dónde sus desvelos por los dependientes; dónde su lucha por la tercera edad. ¿Acaso esos desvelos se quiebran cuando el débil es cristiano, cuando el dependiente es cristiano, cuando el anciano es cristiano?

 Sr. Manresa: haga lo que, en el fondo, sabe que ha de hacer. Y al hacerlo, nos demostrará que esa nueva IB3 es, efectivamente, plural, objetiva y no sumisa a los dictados de una ideología… Opte, en definitiva,  por la España joven en la que soñó Machado y en la que, aún hoy, viene soñando el que esto suscribe…

Pero si, por el contrario, y en ejercicio de su libertad y atribuciones, no hace sino ceder ante un odio tan ancestral como estéril, quebrando en el españolito asqueado, una esperanza más, sepa que no le guardaremos/guardarán ningún tipo de rencor. A lo sumo, el anciano o la anciana, el enfermo, el moribundo o el impedido buscarán sin éxito su misa dominical en IB3. Y al no hallarla, apagarán el televisor, preguntándose por qué su cadena no ha querido habilitar rincón alguno para ellos, por pequeño o breve que éste fuese... Por qué les ha privado de un derecho y de un consuelo. Y dejarán de sentirla como propia. Puede que, luego, como alternativa, recen un Padrenuestro o un Ave María. Y que lo recen por usted… O, incluso, por doña Silvia Cano, esa diputada que, probablemente, jamás habrá leído a Delibes…