Haciendo limpieza han aparecido unas libretas de ahorro, sepultadas bajo un montón de papeles que te resistes a reciclar. Su antigüedad data de la Edad del Ladrillo y su estado de conservación es bueno. Aún puede observarse el clásico tijeretazo de la banda magnética en la parte posterior y la anotación por fecha, concepto y cantidad (¡en pesetas!) de todas las operaciones.
Mirando esos movimientos fosilizados, se puede reconstruir la historia. Por ejemplo, aquella Caja desaparecida (en su lugar encontramos una moderna tienda de telefonía móvil) a la que nos unía una gran hipoteca. Los diferentes préstamos (el tiempo todo lo cura). Las compras de entonces, que apenas recordabas. Los negocios que ya no existen, pero que vivieron su momento de esplendor antes de que llegase el diluvio...
Hay una anotación que pone: Itake (restaurante cuyos restos se pueden contemplar aún en el puerto): 5.399 pesetas. Según mis cálculos, serían hoy 32,45 euros. La vida era diferente. Los banqueros, políticos y constructores gozaban de buena reputación. Pocos se interesaban por la economía. La creencia era que todo se revaloriza con el tiempo y cualquiera puede hacerse rico, si es lo suficientemente espabilado. En fin, lo normal es que todo quede enterrado con el paso del tiempo, se olviden las cosas y los poderosos escriban la historia en función de sus intereses. Y no los que quedan registrados en las humildes libretas.