En es caragol, horas más tarde, Toni apenas alcanzaba a distinguir si se mecía aún en el reparador sueño de la siesta o entre el sol bajo, cegador, y la multitud, cabrilleaba la incitante figura de Sisca. Esta le había dirigido ya dos mensajes: una sonrisa seráfica y más tarde un regaño por su indecisión. Toni había alcanzado, justo a los 22 años, por vez primera, la encrucijada del amor. ¡Quince pasos le separaban solamente del futuro! Sentía, sin embargo, todo el peso humano de la plaza sobre sus espaldas, impidiéndole el tránsito. Ya se sabe, en todos los pueblos se abren fichas amorosas de cada uno de sus habitantes. Mil ojos escrutarían aquella incursión, entre curiosos y divertidos; y su madre, posicionada en una ventana, junto a sus amistades, sería la testigo más voraz, más irónica, por asistir al expediente de su ficha. Por otra parte el tiempo se agotaba, pronto irrumpiría la cabalgata. Toni medía una y otra vez aquellos quince pasos sin hallar la impronta necesaria para recorrerlos. Dábale vueltas a sus titubeos cuando Sisca y su amiga desaparecieron del punto de mira. Su mirada recorrió entonces atolondradamente cada uno de los rincones de la plaza. ¡Dónde estarán! Escrutaba en todas direcciones cuando ambas aparecieron, paseando, a sólo tres pasos de distancia. Toni tomó aliento, se encorajinó, y se dispuso a subir sin más vacilaciones a la tartana del amor.
De aquí y de allá
Sant Joan (2)
23/06/15 0:00
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