Un lunes de mediados de abril de 2014 la empresa de cosméticos Rituals decidió realizar un experimento en la estación de tren de Inaristraat (Ámsterdam). A primera hora de la mañana colocaron una cámara oculta en la marquesina de la estación. Cuando llegó el actor contratado, un señor de mediana edad, rubio y con cara de bonachón, había varias personas en la parada. La escena no difería de la estampa habitual de un día de trabajo. Jóvenes chateando con sus móviles. Una señora concentrada en la lectura de un libro. Otra señora rebuscando en su bolso para encontrar el ticket del metro. Unos chicos mirando al frente con la mirada perdida en sus pensamientos. Todos guardaban silencio. Parecía una representación teatral de un día cualquiera en una ciudad europea. Entonces, ocurrió algo inesperado: ¡el actor comenzó a reírse! El señor rubio esbozó una sonrisa entrecortada, casi tímida, como si le diera vergüenza expresar su felicidad en medio de desconocidos. Enseguida, las personas que estaban en la parada dirigieron sus miradas hacia el señor. «¿Estará loco? ¿Se estará riendo de mí?, ¿De qué va éste?», pensaron los asistentes. La risa del señor no tenía ninguna explicación aparente. No estaba leyendo ningún libro. Tampoco hablaba con nadie. Ni tan siquiera había sacado el móvil. ¿Qué estaba pasando? A los pocos segundos, varias personas le siguieron el juego al desconocido y comenzaron a reírse. Poco a poco, la parada del tren se fue convirtiendo en una sesión del club de la comedia. Incluso los más escépticos contenían la risa apretando las labios hasta que no pudieron aguantarse más. Finalmente, la señora que leía concentrada su libro estalló en una sonora carcajada. Cuando todas las personas estaban disfrutando de un momento de felicidad, el señor rubio levantó el dedo y apuntó hacia delante. Salieron unos monjes budistas con unos letreros que anunciaban la marca de cosméticos. El experimento se publicó en Facebook y, a los pocos días, se había compartido por más de 60.000 personas. Al final del video, los monjes budistas muestran su lema: «Cuando sonríes al mundo, el mundo te devuelve la sonrisa».
¿Tiene caldereta sin langosta?
La risa es un arma cargada de futuro
10/08/14 0:00
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