Algo os / nos debe estar pasando cuando...
A.- En un centro docente, un tutor no ha conseguido, tras seis meses de intentos vanos, contactar con los padres de un alumno con problemas serios (La única incursión registrada en el instituto fue la del padre, fugaz, con el objetivo único de rescatar el costoso móvil de su hijo).
B.- Aparcáis en una zona azul para minusválidos y no os escuece el alma...
C.- No corregís, cuando es de justicia, a vuestros hijos, sino que los justificáis.
D.- Dais por ciertas sus «verdades» sin escuchar, por ejemplo, al docente con el que ha entrado en conflicto.
E.- Trabajáis en negro y ocultáis ingresos al erario público criticando, paralelamente, sin sonrojo, la corrupción ajena.
F.- Os cuesta tanto saludar al vecino de la escalera.
G.- Os parece normal que vuestro hijo de doce años, incumpliendo la legislación vigente, tenga Facebook y se haya mudado en verdadero esclavo de internet y de las redes sociales.
H.- Veis como lógico que ese mismo hijo de doce años no esté a las diez en casa...
I.- Os resulta tan fácil darle diez euros para que os deje de incordiar.
J.- No sabéis pronunciar y mantener un «no».
K.- Utilizáis los gritos en el hogar y una sutil violencia no física como usual manera de resolver conflictos.
L.- Lleváis semanas sin telefonear a ese alguien dependiente que, por molesto, evitáis.
LL.- Creéis que se ha de perdonar, pero no olvidar.
M.- Habéis luchado por dar a vuestros hijos todo aquello que no tuvisteis, pero privándolos de lo que sí tuvisteis (tiempo, capacidad de escucha y de diálogo...).
N.- No os habéis percatado de que un niño no es una pelota en un encuentro fratricida de tenis tras una ruptura matrimonial.
Ñ.- No os dais cuenta de que ellos crecen y de que el pasado es tan irrecuperable como inmodificable...
I.- Pensáis que se puede educar con palabras, pero sin coherencia de vida...
Algo os/nos debe estar pasando. Y algo, de seguro os/nos pasará. A alguien a quien amáis le resultará difícil encontrar un puesto de trabajo (E) o un aparcamiento, ese al que, por su minusvalía, tenía derecho (B). Quizás olvidasteis denunciar al pícaro y al infractor. Puede que un día veáis en el rostro de vuestro hijo la firma de la droga o de la dejadez o de las malas compañías. Y caigáis en la cuenta de que, tal vez, el móvil de última generación era menos importante que él (A). Probablemente requiráis, tarde o temprano, la ayuda del vecino y, al pedírsela, éste se quede boquiabierto, porque siempre creyó que erais mudos (F). Es igualmente probable que, en un mañana próximo, lancéis vuestra agria crítica contra la policía municipal y las instituciones públicas "que no velan por la juventud" cuando una patrulla os traiga a casa a vuestro chaval borracho (H,I,J).
- ¿Qué nos está pasando? —os preguntaréis-.
Y un lunes o un martes se irá discretamente aquel a quien quisisteis y dejasteis de querer cuando se mudó en molestia. Y, a partir de ahí, tendréis que vivir con ese dolor a cuestas, intentando perdonaros, pero, sobre todo, intentando inútilmente olvidar (L, LL).
- ¿Qué nos está pasando? —os inquiriréis, una y otra vez-.
- ¿Por qué mi hijo se comporta así?
Y la sopa de letras se completará, casi: C, D, G, M, I...
- ¿Por qué grita?
- K.
Y un día saldrá de vuestra casa y de vuestras vidas, como vosotros salisteis de esa otra (L). Y percibiréis su desafección (N). El niño habrá dejado de ser pelota y habrá abandonado el terreno de juego.
Puede también que llegue un momento en el que lo entendáis/ entendamos todo. Ese en el que serán, especialmente amargas, las palabras de Delibes en «Señora de rojo sobre fondo gris»: «La imposibilidad de poder replantearte el pasado y rectificarlo es una de las limitaciones más crueles de la condición humana. La vida sería más llevadera si dispusiéramos de una segunda oportunidad».
Pero hoy es, aún, afortunadamente, hoy...