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Dice el refranero que «la edad madura es aquella en que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo». Lo recordé la semana pasada cuando vi actuar a Paul McCartney y Ringo Starr en la entrega de los premios Grammy. Paul McCartney deberá de andar por los setenta y un años y Ringo Starr por los setenta y tres. Forever Young, como cantaba Bob Dylan: jóvenes para siempre. Pero esto todavía no lo han inventado. El cuerpo se degrada con el paso de los años, por muy bien que lo cuidemos. Por fortuna, los dos ex componentes de los Beatles a los que me refiero todavía tienen pelo.

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Era una de las cosas que nos auguraban, cuando empezábamos a dejarnos las melenas: «de mayores vais a ser todos calvos». Sin embargo no ha sido así. Lo que ya es más difícil es tener pelo y tenerlo toda la vida negro. Diría que Paul McCartney se tiñe las canas, y por su parte Ringo Starr tiene hasta la barba sospechosamente oscura, cuando la barba suele blanquear antes que el pelo. Pero lo malo es que el rostro también se degrada, y no es lo mismo tener el pelo oscuro a los veinte años que a los setenta. Por otra parte no todo el mundo resiste la caricia del bisturí. Recuerdo el caso trágico de José Luis García Traid, futbolista y entrenador, que falleció en el transcurso de una operación de cirugía estética. Esto por no hablar de los que han muerto de un ataque al corazón por haber tomado una pastillita azul. Tendrá razón el refranero: «todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo».

He observado que muchas mujeres renuncian hoy en día a teñirse el pelo. Suelen llevarlo corto, pero gris o blanco, algunas sospechosamente azulado. Entiendo que el pelo negro contrasta mucho con la flaccidez del rostro, y que por eso las mujeres tienen tendencia a teñirse de un color más claro, conforme avanza la edad. En cambio, cuando yo era niño las mujeres se ponían un pañuelo negro en la cabeza, con lo que parecían viejas a los cuarenta. Los hombres se ponían boina, algunos sobre una calva blanca como la leche. Entonces un hombre anciano todavía era un consejero cargado de experiencia, una figura respetable. Dicen que Dalí era todavía un niño cuando afirmaba que quería ser viejo. Hoy en día lo de viejo es como un insulto y usamos un eufemismo hablando de la 'tercera edad'. Pero esto también es sospechoso, porque a los que pertenecen a países pobres y subdesarrollados les decimos del 'tercer mundo'. Será verdad lo que decía mi madre, que ser pobre es un pecado y ser viejo también.