Predio de San Antonio y Cala Llonga visto desde la noria d’es Moret. - Archivo M. Caules

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Los estantes alineados de la despensa de ses ties fadrines, siempre están ahí, presentes. Las casas, las de mi infancia disponían de ellas, también conocidas como rebosts. No todas eran iguales la diferencia… unas estaban llenas de comida, otras, vacías.

En las casas de planta baja, con altos, los arquitectos aprovechaban el estrecho espacio que quedaba bajo la escalera, ofreciendo a sus ocupantes que les fuera de utilidad.

Cuanto más ancha era ésta, mayor espacio para ser ocupado por la alacena. En las mismas, se habilitaban estantes hechos de quints dejando el lugar bien encalado. Lo tengo presente, oliendo a cal, los sábados se fregaba, al igual que el resto de la casa, no hay que olvidar que era costumbre fer dissabte, lo que viene a ser lo mismo que el baldeo general. Por ello, por tanta pulcritud, se nos otorgó la titularidad de "netes i aclarides", la recibimos de los ingleses, quedando maravillados de la limpieza de nuestras antecesoras, de llegar a repetirse la invasión anglosajona nos sería retirada de inmediato. Con ello no pretendo ofender a nadie, de todo se encuentra en la viña del Señor y las hay que son auténticas maestras en el arte de netedat, mi referencia va dirigida a la ciudad, con la particularidad de que en la época de la dominación inglesa las calles se encontraban terrosas, para entrar en las casas se debían subir varios escalones, però així i tot no faltaba la cal en la fachada ni los frentes de los escalones que daban entrada al domicilio.

Menorca, no es la que fue, verdadera lástima, con la cantidad de medios con que ahora disponemos, lo primero que desmerece en nuestras calles son los antiestéticos cubos de basura, sus colorines, la desagradable pestilencia que emanan, sus puntos estratégicos esperando ser llenados de basuras, etc.. Pero antes de continuar, con otros temas que deseo abordar, finalizar con es penestatges, dedicado a cuantos no tuvieron la oportunidad de abastecerse de las palanganas de crespells o empanadas, junto a las lineadas manzanas de Navidad, llamadas del bon Jesús, acompañadas de las últimas naranjas cogidas en el huerto y los melones, que tanta fama adquirieron con su peculiaridad para todo el año, algo exagerado…¿no? . Se deberían recoger quintales y quintales para tan larga duración.

Agadet, la cocinera del talayot me recomienda que no me olvide de citar las latas llenas de galletas rizadas, o las famosas redondas, conocidas como de Alaior, que nada tienen que ver con las de ahora. Botellas de cristal llenas de salsa de tomate, otros frascos de sofrito, distintas conservas y mermeladas. Ancolles conteniendo arrope y "roes", tras haber celebrado las matanzas. Las funciones de aquellos largos estantes variaban según la época del año, tan distinta de invierno a verano, primavera a otoño. Lo que continuaba tal cual era el destinado a las cosas propias de cada día, haga frío o calor. Me refiero a las garrafas de aceite, vino, licores caseros. El saco de harina, el de azúcar, arroz, cereales, el bote de café y los cajones de sifones, gaseosas, cervezas las refrescantes horchatas. Todos estos reposaban en el suelo, colocados debidamente sobre tablas.

Y voy a dejar el espacio dedicado a las provisiones, ya que al citar más arriba la "ancolla", he recordado a mi querido padrino Paco, del que tantas veces les he hablado, al que tanto quise y tanto recuerdo, fue lo que se conoce como una bellísima persona.

Tras la casa de la noria de Sa Sínia des Moret, junto a la cueva que guardaba el carro y ets arreus, se encontraba una escalera de marès, que conducía a un campillo bordeado de cuevas que hacían las veces de gallineros, a lo largo de aquel recorrido se encontraban infinidad de utensilios de cerámica, "ancolles", de todos los tamaños, en tonos verdosos, rojos rayadas en ocre, jarras para aceite, etc. Auténticas preciosidades, para una niña pequeña, que ya se decantaba por estas cosas antiguas. Y porque era pequeña, preguntaba constantemente… açò què és…, i açò, per a què és, lo que hacía que aquel hombre tan paciente, que tanto me quería, siempre encontrara una respuesta adecuada para todo, de esta manera me hizo saber, que aquel lugar mientras me hacia mirar atentamente, repleto de cuevas, entre ellas la más importante, la que había sido destinada en tiempo de la pasada guerra civil española, como hospital de sangre, convertida en cárcel, como llamaron algunos, campo de concentración.

En el siglo XVIII fue alfarería. Al finalizarse su fabricación quedó todo aquel material.

Pero mucho antes, según le había explicado don Antonio Roca Bofill, médico de cabecera de la familia, en una de las muchas ocasiones que allí acudió, le hizo saber que aquel lugar había sido muy importante en la ocupación de los árabes, y las dominaciones venideras, empleándose los sillares de marès, haciéndome observar, cómo se detectaba cómo habían sido extraídas. Añadiendo, don Antonio Roca, sabía de buena tinta, que en nuestro baixamar se habían llevado a cabo con los mismos, al igual que la mayoría de almacenes. Lo que viene a confirmarme que aquel lugar, para mí, sagrado, tuvo gran importancia en el inicio de aquel Mahón, tan cercano a cala Figuera, con su fuente de la que hablé semanas pasadas y sus alrededores morada de los moros. Punto estratégico de arribada y salida de los moriscos.

En los años pasados, los setenta del siglo XX, nuestras autoridades no supieron valorar el enclave del lugar punto de unión con Es Castell.

Una verdadera lástima, no se haya llegado a urbanizar Sa Sínia des Moret, como se había propuesto, se hicieron las excavaciones, quedando con un aspecto de suciedad, auténtico vertedero, lamentable imagen al ir a coger la carretera que conduce a Es Castell, o de regreso de aquella villa. Mejor hubiera sido continuara tal cual estaba en el 70, que con tan buen gusto montó Francisco Pons Montanari, un grandioso "celler" donde Avelino Moll, uno de los grandes de la cocina menorquina, preparaba exquisiteces extraídas de recetas de las abuelas, llevadas al tiempo actual, respaldado por su esposa. Recuerdo el lugar con gran placer con sus jardines y un aviario.

La noria des Moret, fue propiedad de D. Francisco Pons Pons desde 1926 hasta mediados de los sesenta, comprada al señor Montañes y por último vendida a Rafael Roselló Olivar junto a otros dos socios, en vistas a urbanizar el lugar tal cual se había hecho con Fort de l'Eau.

Por un instante he recordado a don Lorenzo Pons Pons es senyor de la Cova que junto a su hermano don Francisco, se desplazaban a aquel lugar para passar comptes. Llegaban a pie, con su semblante serio, dispuestos a pagar cuanto debían al payés, a la vez que aquel rendía cuentas haciendo lo propio.

Casualidades de la vida hicieron que llegara a mantener una buena amistad con aquella gran familia, a raíz de la boda de mi padre con mamá Teresa, hija de Diego Valverde, el cual al dejar el cuerpo de la Benemérita, montó un negocio de lechero, en su domicilio marcado con el número 6 de la calle Cardona y Orfila, medianera con la familia del señor de la noria, allí vivían sus hermanos Magdalena, Antonia, y Lorenzo, los tres siendo tan jóvenes eran viudos, su tía doña Magdalena que llego a centenaria . Por ventura que la casa era alegrada por dos niños Teresita y Guillermo, este último reconocido sacerdote y gran historiador, del cual soy fervorosa admiradora.

Los dos hermanos compartían juegos infantiles con sus primas Antonia y Paquita, vecinas del lugar, en la Raval, donde siempre fueron tan queridos por su tío y la esposa de éste Francisca Carreras Goñalons, de Mussuptà. Dándose la peculiaridad que ambas familias provienen de Sant Climent .

Mi recuerdo más sincero para todos ellos y para finalizar una noticia inédita, el emperador alemán Guillermo II, que llegó a nuestro puerto el 22 de marzo de 1904, acompañado de su séquito y un grupo de amigos entre ellos uno dedicado a la fotografía, el cual visitó Sa Sínia des Moret, inmortalizándola, la cual guardo para mí en exclusiva, ya que jamás ha sido publicada.

Agradecer a Biel Pons, director de viajes Magon y su querida esposa Magda, por haberme puesto en contacto con sus primas Antonia y Paquita, las cuales llevaba mucho tiempo, tal vez demasiado, sin charlar con ellas y que juntas pasamos una tarde muy feliz. Gracias Magda, por tu colaboración.