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El sábado, las milicias de Hamás entregaron los últimos seis rehenes israelíes vivos de la primera fase de la tregua, mientras que el Gobierno de Netanyahu se comprometió a liberar a 600 palestinos presos en cárceles de Israel. El alto el fuego estuvo a punto de fracasar cuando los yihadistas entregaron un cadáver que decían pertenecía a una mujer judía y los forenses    confirmaron que era una víctima gazatí. Hamás, lejos de haber desaparecido tras más de un año de guerra con el poderoso ejército de Netanyahu, sigue controlando la Franja y hace una demostración de fuerza en cada entrega de prisioneros.

Se plantea un serio dilema para Israel: si no han podido doblegar a Hamás en el campo de batalla, no existe un interlocutor válido para negociar el futuro de la Franja, sobre el que Donald Trump sugirió que podría convertirse en un resort de lujo sin palestinos. De forma paralela, la violencia se traslada a la otra parte de Palestina: Cisjordania. Los colonos judíos están tensando las relaciones con la población palestina, a través de nuevos asentamientos ilegales. Yenin es uno de los focos de los enfrentamientos que se están extendiendo por todo el territorio palestino.