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Cuando arrecia el debate sobre el pacto fiscal que cerraron el PSOE y ERC para la investidura de Salvador Illa y dotar a Catalunya con una «financiación singular», cuyo contenido aún se desconoce, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, promete un nuevo sistema con más recursos para todas las autonomías. Al mismo tiempo, anuncia que se presentará a la reelección para seguir como secretario general.

La portavoz de la formación, Esther Peña, indica que, en el congreso del PSOE que se avanza para noviembre en Sevilla, se abordará la financiación autonómica, cuando es la cuestión que genera más incomodidad en el seno del PSOE y una gran controversia con el Partido Popular. Alberto Núñez Feijóo afirmó ayer que se compromete a «derogar la independencia fiscal de Catalunya», que tachó de inconstitucional. Sorprende la negativa de Esther Peña a aclarar si el acuerdo PSOE-ERC implicará un concierto económico para Catalunya.

Pero asombra aún más el desparpajo de la portavoz del PSOE al pedir a todos los presidentes autonómicos, también a los de su partido, que tengan las «agallas» de plantear una propuesta en materia de financiación. Esta reforma no es cuestión de agallas, sino que es una cuestión de Estado que reclama serenidad, criterio institucional y voluntad de acuerdo. Las provocaciones no conducen a ninguna parte.