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Nil Riudavets escribió ayer con letras de oro un enorme éxito en la historia del deporte de Menorca, al conquistar una medalla de bronce en el triatlón de los Juegos Paralímpicos de París. Con una remontada espectacular en los cinco kilómetros de carrera, un esfuerzo titánico para situarse en tercera posición, consiguió su sueño, el premio más importante de su carrera deportiva y el que le permite reconciliarse definitivamente con el deporte y con el triatlón, que el 1 de mayo de 2019, en un accidente durante una competición, le hizo perder un brazo, y que ahora le ha devuelto el premio por el que siempre ha luchado, el podio en unas olimpiadas.

En la carrera popular de ayer en Maó se le dedicó un aplauso por su éxito en París, un hecho que ha calado en la sociedad menorquina y en el mundo deportivo. De hecho, el valor de Nil Riudavets sirve para que se reconozca el deporte adaptado, la capacidad de constancia y de lucha que representa y al mismo tiempo la constatación de la alta capacidad que consigue una persona como Nil Riudavets cuando persigue un objetivo. Antes de los Juegos Paralímpicos, ya era un ejemplo social. Hoy se ha convertido en un deportista de referencia que exhibe con orgullo su origen menorquín.