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En un escenario político de absoluta incertidumbre, Pedro Sánchez lanzó su candidatura para renovar un gobierno de coalición. El presidente en funciones emprende este nuevo viaje sin saber si tendrá apoyos suficientes para mantener el control de la Mesa del Congreso de los Diputados. En este primer ‘combate’ entra en juego Francina Armengol, la carta de Sánchez para presidir la Cámara.

Existe consenso a la hora de atribuir la maniobra de Sánchez como un guiño al independentismo, en cuyas manos está la llave parlamentaria. La expresidenta balear ha mantenido una excelente relación con los partidos nacionalistas y durante su etapa en el Consolat recibió en varias ocasiones a Carles Puigdemont. Además, en el ideario político de Francina Armengol siempre ha estado presente el modelo de un estado federal.

Si Armengol es elegida presidenta del Congreso, la política mallorquina se convertirá en la tercera autoridad del Estado y asumirá un cargo que hasta ahora solo otro mallorquín había ocupado, Félix Pons, de 1986 a 1996. La líder de los socialistas de Balears ingresará en el núcleo duro del PSOE y formará parte de la toma de decisiones. Si las cosas ruedan bien para Pedro Sánchez, es probable que Armengol se despida de la política balear. Su influjo en el PSIB-PSOE pueden perdurar, pero por cuestiones obvias no podrá ser la jefa de la oposición.